Es lo que pensamos quienes vemos,
a lo largo del otoño, invierno, primavera y verano, a un
grupo de “jóvenes entrados en años”, que con sol, frío y mal
tiempo, acuden a la playa y la mayor parte de ellos se bañan
los 365 días del año, y éste, por aquello de ser bisiesto,
un día más.
Lo que reclaman no es demasiado costoso y ellos, también, lo
necesitan: un simple contenedor y una ducha en la playa del
Chorrillo.
He tildado a este grupo de ceutíes como “jóvenes entrados en
años” y poco me debo haber equivocado, por cuanto ya el
hecho de estar en la playa en esta época, con días
regulares, malo y alguno bueno, supone un espíritu juvenil
que no es frenado por nada, a pesar de que este grupo de
caballas, unos con otros, rondan los 70 años. Es más, mi
sorpresa fue mayúscula, cuando hace una semana me encontraba
con un hombre del deporte, de toda la vida, y me decía:”ya
vengo de andar hasta la frontera, ahora voy a darme un
baño”. Y, efectivamente, bajó las escaleras hacia la playa y
mientras muchos de los paseantes procurábamos abrigarnos
bien, él se metió en el agua, como si estuviéramos a
principios del mes de julio.
Ni que decir tiene que, ahora igual que en el verano, al
salir del agua, hace falta pasar por la ducha, y tampoco eso
supone unos gastos extra, en el mantenimiento de esa ducha,
igualmente ahora que si se tratara de los meses de julio,
agosto o septiembre.
Es cierto que ahora no se necesita un mobiliario como el que
hay que tener dispuesto en la “temporada oficial” de playa,
pero creo que, cuando a principios de otoño Obimace retiró
el mobiliario de las playas de baño, se olvidó que en Ceuta
hay bañistas de temporada completa, esto es, desde el 1 de
enero hasta el 31 de diciembre, y que ellos, también, tienen
derecho a unos servicios mínimos.
Uno, que es de “secano” y, que eso de la playa no lo vio
hasta pasados los 20 años, siente una sana envidia al ver a
estos “atrevidos” a los que no frena el viento, la lluvia o
el mal tiempo, para ir a “pasar el rato” al lugar que les
mantiene en forma.
Y sana envidia tienen, también, gentes de mi tierra, cuando
en días de esta época, con temperaturas rozando los cero
grados por las tierras castellanas, yo les digo:” estoy
paseando junto a la playa y hay un grupo de más de una
docena de personas que toman el sol y se bañan ahora mismo,
aquí en la playa”.
Es, pues, un lujo, frente a los muchos inconvenientes que,
también, hay en Ceuta, poder disfrutar de una temperatura
que, a los más osados, les permita bañarse todos los días al
aire libre, con levante o con poniente.
Por eso, simplemente por eso, el organismo encargado del
mantenimiento de las playas, debiera haber tenido en cuenta
a todos estos, y a otros más, que se acercan a diario a
disfrutar de la playa, y que lo único que piden es que
aquello esté acondicionado, únicamente eso.
No es demasiado pedir, ellos no solicitan elementos de lujo,
pretenden una comodidad mínima e indispensable que no
causará unos gastos descomunales a la Ciudad.
Su edad, su afición a algo que Ceuta tiene y sus ganas de
vivir de cerca la naturaleza merecen esa ducha y ese
contenedor. Ello es totalmente necesario.
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