Estamos a tres días del comienzo
de diciembre y hablar de este mes es hablar de villancicos,
Navidad, paz, alegría e intento de mejor comprensión.
Esta es la idea, la realidad, a veces, se queda a medio
camino o menos, con lo que la idea inicial sirve,
únicamente, para adornar el escaparate.
De todas formas, veo en un titular una noticia que aunque
aparece en pequeño, tiene un amplísimo significado:” Dos
coros de inmigrantes participarán en el concurso de
villancicos”. Yo le doy un doble valor a este titular,
primero esa alegría que parece llegar con los villancicos,
aunque a veces sea sólo en apariencia, y en segundo lugar
ese acercamiento y no discriminación a los de fuera.
La inmigración, y la conozco bien, desde hace más de
cuarenta años, ha traído a la sociedad española muchas cosas
buenas y también algunas malas.
Al comienzo de los años 60 el movimiento migratorio, desde
España emigración, a Europa, logró que gentes, que estaban
pasando hambre, de verdad, solucionaran su situación
económica.
Eran los años posteriores a la Guerra Mundial y las riadas
de dólares llegadas, especialmente a Alemania, a España no
le tocó nada, daban para levantar aquel país arrasado por la
guerra y daban, también, para que inmigrantes desde España,
Italia o Turquía, pudieran vivir mejor.
Esto era lo positivo para los que eran inmigrantes en
Alemania o emigrantes desde España, pero frente a esa
solución económica apareció la lejanía de muchos miembros de
las familias que terminaron en no pocos casos con la ruptura
de unas familias que unidas en la época de escasez de
recursos habían sido felices, y con esa separación, aunque
con más dinero, se fueron desuniendo y rompiendo. Había
apertura a otras situaciones.
Aquí y ahora, en Ceuta, estamos viviendo de cerca unos
movimientos migratorios distintos, pero parecidos en algunas
cosas.
A Ceuta, en concreto, llegan, sin que nadie les haya
llamado, cientos de inmigrantes que, huyendo del hambre o de
las guerras intestinas de ciertos países, tratan de dar el
salto de aquí a Europa buscando “ el dorado” para el futuro.
El problema es que vienen sin haber sido llamados, a la
ventura, y no siempre pueden lograr, la mayor parte de las
veces no, sus objetivos.
Sin embargo ya es algo, aunque sea un simple reflejo de
escaparate, el ver que, por unas horas, esos inmigrantes,
una parte de ellos, actúan en casi igualdad de condiciones
que los propios ceutíes, y eso se va a dar durante el
concurso de villancicos.
Cuando, todavía, quedan bastantes días para que se cierre el
plazo de inscripción, ya se han inscrito dos grupos de estos
inmigrantes que estarán presentes y que serán unas voces más
abriendo la Navidad.
Aquí, aunque siempre viene bien, no es lo más importante los
premios, aquí lo que debemos ver es ese intento de que nadie
quede fuera y especialmente saber valorar el talante de
acogida que hay en esta ciudad para todos los que hemos
llegado de fuera.
Ceuta, desde hace muchos años, ha sido cobijo de cuatro
culturas, que han convivido y siguen conviviendo, habría que
hacer una revisión a eso, para posiblemente hablar de algo
más, desde hace una docena de años. Junto a esas cuatro
culturas algunas otras pretenden hacerse un sitio también.
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