Orillada por los especialistas, que no le han dedicado la
misma atención que a otras regiones como Cataluña, Galicia,
Euskadi e incluso Gibraltar, la doctora en Filogía Árabe por
la Universidad de Barcelona Ángeles Vicente, directora de la
revista Estudios de Dialectología Norteafricana y Andalusí,
ha venido a cubrir ese “vacío” sobre la diversidad
lingüística ceutí con un libro titulado ‘Ceuta: una ciudad
entre dos lenguas. Formación y evolución del árabe ceutí’
que acaba de editar el Instituto de Estudios Ceutíes (IEC).
En él, además de un profundo análisis lingüístico y de
contextualizar la geografía y la historia de la ciudad y la
evolución de la comunidad musulmana local en ella, Vicente
aborda el “laboratorio lingüístico” ceutí en el que para
hablar del árabe y de su presencia en estos 19 kilómetros
cuadrados hay que remitirse a dos épocas “muy diferentes”.
Primero, al periodo que va desde la Edad Media hasta la
llegada de los portugueses en el siglo XV. Después, desde la
formación de la actual comunidad musulmana, a finales del
siglo XIX, hasta la actualidad.
Superado el análisis histórico, Vicente analiza las
actitudes de las dos comunidades mayoritarias en Ceuta hacia
el árabe ceutí, al que ambas tratan más como un apaño que
como una verdadera lengua. La de sus hablantes, los
musulmanes, explica la profesora de la Universidad de
Zaragoza “ha evolucionado con el paso del tiempo”
propiciando “un proceso de arabización que ha provocado un
uso mayor de la lengua árabe, todo ello como consecuencia de
la islamización que ha vivido la ciudad en el transcurso de
los últimos años”. Dicho proceso no está ligado al árabe
clásico sino, al contrario, a “una revitalización de la
lengua materna de la mayor parte de los musulmanes nacidos
en la ciudad o llegados desde Marruecos”, el dariya.
“En Ceuta es necesario tener en cuenta”, señala Vicente en
su libro, “la mínima relación de sus habitantes con el árabe
clásico, un vínculo que está condicionado por la ausencia de
esta lengua en la enseñanza oficial, en los medios de
comunicación escrita y en toda manifestación relacionada con
la expresión escrita”.
“El musulmán ceutí considera que la conservación del árabe
ceutí es una cuestión de identidad cultural y religiosa que
se ha convertido en la salvaguada contra la pérdida de
identidad sometida a la presión que ejerce la población
cristiana, cuya lengua vernácula y vehicular es el español”,
remacha la arabista, para quien a pesar de todo no cabe duda
de que la comunidad musulmana local le da “escaso valor”
lingüístico a su idioma materno.
Dicha percepción, generalizada en el mundo arabófono, se
agudiza en Ceuta por los “problemas” que muchos residentes
encuentran para entenderse al otro lado de la frontera en el
centro y el sur de Marruecos, “diferencias dialectales” que
despierta “un cierto complejo de inferioridad” que los
propios ceutíes atribuyen a que hablan, según sus propios
testimonios a la autora, “un mal árabe”.
A los musulmanes ceutíes tampoco les ayuda a tener más
aprecio a su lengua la actitud de los cristianos hacia ella,
que según Vicente “la desprecian” en la mayoría de los casos
(además de desconocerla en la práctica totalidad). “El árabe
ceutí no supone ningún problema cuando su uso se mantiene
restringido al ámbito familiar o en el seno de un grupo
reducido, pero la polémica surge cuando se habla en un
contexto propio de la lengua dominante como los colegios”,
apunta Vicente, quien da cuenta de que muchos profesores
“prohíben comunicarse en esa lengua” a los alumnos
musulmanes.
El árabe ceutí carga, además, con el peso de ser una de las
razones de la elevada tasa de fracaso escolar de los niños y
niñas que tienen esta lengua como materna, una opinión que
comparten la mitad de los 18 directores de centros
educativos que visitó la autora en el marco de una encuesta
“personal”. “Casi todos han constatado que los niños
musulmanes hablan en árabe mucho más habitualmente ahora que
una época anterior”, recoge la doctora, a la que los
directores le vincularon dicho fenómeno con “el aumento de
los matrimonios entre hombres musulmanes, instalados en la
ciudad desde hace tiempo o nacidos en ella, con mujeres
marroquíes recién llegadas”.
Bilingüismo y fracaso escolar
Sin embargo, como para la secretaria de Estado de Educación,
Eva Almunia, para Vicente el que la lengua materna sea
diferente de la oficial no debe ser “necesariamente” causa
de fracaso escolar. Así lo constatan, por ejemplo, los
resultados de los alumnos marroquíes que estudian en la red
de colegios españoles de varias ciudades del país vecino, un
contexto donde además no está tan claro que los niños
conozcan tan bien como los ceutíes “al menos oralmente” el
español.
“Si este conocimiento no es suficiente para estudiar en un
centro escolar, la solución consiste entonces en facilitar
la integración lingüística de todos los niños arabónos en
los colegios, reforzando la enseñanza de la lengua española,
pero sin prohibir su lengua materna”, apunta Vicente, quien
advierte de que en la ciudad complica las cosas que “en
ciertos contextos se confunde la ideología que defiende
reconocer el estatus de una lengua y de la cultura que ella
vehicula con reivindicaciones de tipo nacionalista”. Esta
actitud, cree, “hace fracasar cualquier tentativa de
revalorización del árabe dialectal de manera oficial”. “De
esta manera”, aventura, “las posibilidades de existencia de
una enseñanza bilingüe español-árabe dialectal en Ceuta son
prácticamente nulas en un futuro próximo”.
“Así las cosas, podemos afirmar que el fracaso escolar de
los estudiantes musulmanes de Ceuta puede deberse a la
inexistencia de programas bilingües en los colegios de la
ciudad, y no al hecho de hablar otra lengua en sus casas,
como afirman algunos maestros de sus escuelas”, termina su
razonamiento antes de concluir que “por el contrario, esta
última situación debería ser más bien considerada una
ventaja que un inconveniente”.
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El tripartito que forma el ‘árabe ceutí’
Nacida en Madrid, Ángeles Vicente
pasó dos años con una beca posdoctoral en París estudiando
el ‘code-switching’, la mezcla de dos lenguas que se produce
cuando dos idiomas cohabitan como en Francia, Estados Unidos
o la propia Ceuta (menos antigua y fluidamente), un fenómeno
en el que ella misma cae en la dedicatoria de su libro: ‘A
Rafia u n-nas dyala [A Rafia y a su familia]’, un homenaje
al hogar que la acogió durante sus investigaciones de campo
en la ciudad autónoma. Aquí se vio “sorprendida” por la
vitalidad del árabe en la calle, donde ella distingue “lo
que se habla en Ceuta del árabe de Marruecos”. “El árabe
ceutí”, resumió en julio a este periódico, “es una mezcla
del que trajeron los primeros marroquíes que llegaron a
Ceuta, del norte rural; del árabe de Tetuán, el más
prestigioso del norte de Marruecos, y del español”.
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