Se te nota mucho que Juan José
Imbroda no es santo de tu devoción. Y por ello
aprovechas cualquier motivo para compararlo con Juan
Jesús Vivas. Con el único fin de que el primero salga
siempre desfavorecido. Y llevas razón cuando dices que en el
Partido Popular hay militantes que están en desacuerdo
contigo.
Quien está frente a mí se expresa con educación. Aunque deja
entrever que él tampoco está muy conforme cuando me da,
llegado el caso, por opinar acerca de cómo ambos presidentes
vienen actuando de manera tan opuesta en sus relaciones con
los representantes de las instituciones del Estado.
¿Acaso es mentira que la forma de ser de Vivas le reporta
beneficios a su ciudad mientras que la del melillense sólo
le ocasiona perjuicios a la suya?
Mi pregunta acelera a mi interlocutor, que, tras carraspear
varias veces para aclararse la garganta, me responde con más
brío y convencimiento que si estuviera defendiendo una causa
en los tribunales.
Un momento, ¿eh?; un momento... Reconozco que Vivas suele
echar mano de su inveterada sutileza cuando le toca
entrevistarse con cargos socialistas. Que es capaz de
mantener la mejor de sus sonrisas, la que elige para
momentos importantes, aunque le estén llevando la contraria
y negándole casi todas sus peticiones. Pues no cabe la menor
duda de que dispone de astucia de calidad y no tiene el
menor inconveniente en hacerse el tonto, en ocasiones, dando
un paso atrás para a renglón seguido avanzar dos metros en
sus aspiraciones. Todo lo contrario a Imbroda: el cual se
descompone nada más saber que ha de sentarse a dialogar con
cualquier socialista, tenga éste el rango que tenga. Hasta
ahí estoy de acuerdo contigo.
¿Entonces?...
Entonces, Manolo, resulta que no comulgo contigo, al
igual que muchos otros de mi cuerda, cuando deslizas en tus
opiniones el mucho poder que atesora Imbroda, al ser
presidente de la Ciudad y senador y presidente del partido,
en comparación con Vivas.
¿Acaso no es así?
No. Te explico: Vivas jamás, siendo presidente de la Ciudad,
será ni senador ni presidente del partido. Y no lo será
porque es más listo que Imbroda. Ya que ambos cargos
entorpecen la labor presidencial. Algo que a lo mejor te
detallo otro día. Si bien, y ello deberías conocerlo tú, el
poder del político ceutí es tan grande como alargado. Tanto
o más que el del melillense. Y es un poder que, a la chita
callando, termina por salvar todos los obstáculos que se van
interponiendo en su camino para imponer sus ideas.
Lo cual, según te veo venir, trae por la calle de la
amargura a mucha gente del PP.
Sí, Manolo, claro. Y es así porque no entendemos, por
ejemplo, la gestión de quien lleva las riendas de la
televisión pública; no entendemos que las cuentas de la
Federación de Fútbol anden cubiertas de misterio; no
entendemos que la Asociación Deportiva Ceuta esté dirigida
por hombres de paja y no entendemos lo que no entendemos...
Y qué tiene que ver el presidente de la Ciudad con todo lo
que vosotros no entendéis.
Coño, Manolo, porque es él quien maneja los hilos de todo.
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