A pesar de que la violencia de género llena a diario los
titulares, existe otra violencia que está alcanzando desde
hace unos años cuotas insospechadas, aquella que es
perpetrada en muchos casos por jóvenes. Esa agresividad
exacerbada se forma en los muchos pensamientos negativos que
comienzan en la juventud, a los que ayuda el consumo de
alcohol, juegos violentos de ordenador o deportes
mediáticos, con todo esto se desarrollan pensamientos de
lucha que no guían al joven hacia sí mismo, hacia valores
éticos y morales elevados, todo lo contrario. Las imágenes
de pelea que han visto en la tele, las innumerables luchas y
combates de sus juegos han programado errónea y
negativamente al joven, llegando incluso a no saber lo que
hace porque no es dueño de sí mismo.
Pocas veces pensamos que todo sucede por un motivo, es
decir, que el agresor antes de actuar ha creado la agresión
en su mundo de pensamientos. Las frustraciones y los enfados
pueden aparentemente ser el detonante de un acto vandálico y
violento, aunque seguro que antes del enfado, antes de la
frustración hubo un conjunto de pensamientos a los que no se
puso freno en el momento adecuado, los que crecieron hasta
dominar a la persona que los creó, en muchos casos esto
lleva a la agresión. Sin embargo muchas personas, como
medida de autocontrol, buscan alternativas que les ayuden a
desfogar todo lo que llevan dentro: Muchos van al campo a
cazar, otros buscan el consuelo en la sexualidad exagerada,
otros participan de los grandes acontecimientos deportivos
convertidos hoy día en verdaderos campos de batalla.
De uno de los programas de la serie “El Eterno y Usted”, del
canal “Nueva Jerusalén” hemos obtenido el siguiente párrafo:
“Cada día es diferente. Cada día trae su propia energía que
nos quiere decir algo. Jesús dijo: “¿Por qué os preocupáis
por el mañana? Cada día trae sus plagas”. Con esto Él se
refiere a que debemos ocuparnos de la tarea de hoy. Que no
demos vueltas al mañana o al ayer, hoy es el día del Señor,
así que purifiquemos lo que viene hoy. Veamos lo que pasa en
las conversaciones, lo que pasa al encontrarnos con otras
personas. Miremos también lo que está detrás de nuestras
palabras. Muchas veces nuestras palabras son dulces por
educación, pero por debajo hay odio y envidia o celos y
rivalidad. Habría que preguntarse: ¿Es así un cristiano
originario? ¿O es cristiano hacer como que lo fuéramos?
Jesús dijo: “Que tus palabras sean “sí, sí, o no, no”. Todo
lo demás no es bueno”.
Estimado lector aproveche este día y descubra su grado de
agresividad en sí mismo: ¿está en paz con sus familiares y
vecinos?, ¿se siente usted unido a sus compañeros de
trabajo?, ¿ha acumulado durante años pensamientos de odio y
de venganza?, ¿Qué sucede cuando se altera y cuando de
repente se da cuenta de que tiene pensamientos de desprecio
hacia sus amigos, hacia su familia? Todos tenemos la
posibilidad de cuestionarnos. Puede que sea algo incómodo
pero si no hacemos algo a tiempo, la agresividad sale al
exterior pudiendo terminar haciendo daño a alguien, la
mayoría de las veces a las personas más cercanas. Analice
sus pensamientos antes de que su agresividad se convierta en
guerra o antes de que una enfermedad le ataque, ya que según
la ley de siembra y cosecha esto puede pasar. Ninguna
energía se pierde y toda la rabia incontrolada, la enemistad
de años, los celos y el odio, a la larga, pasan factura.
“Contribuya a la no violencia. Traiga la paz a su vida, a su
entorno... y si quiere, cuéntenos cómo lo hace“
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