LUNES. 17
Un amigo en común me pregunta si conozco a Antonio San
Martín, con el fin de presentarnos. Y ambos, casi al
unísono, respondemos que nos conocemos desde hace un montón
de años y las demás cosas que se suelen decir en tales
situaciones. Pero la realidad, a pesar de lo dicho en ese
momento, es que ese saber el uno del otro no nos ha servido
nunca para meternos en conversación. Creo que hemos hablado
pocas veces y todas ellas de manera breve. Eso sí, nos
saludamos de manera sucinta cuando nos cruzamos, a veces con
un leve gesto, y cada cual sigue su camino. Aunque tengo más
que sabido quién es este gaditano, ceutí de adopción y
Profesor de Didáctica de la Expresión Plástica de la
Facultad de Educación de Humanidades de Ceuta. Sé que es un
artista que se distingue por su llaneza y porque sus amigos
hablan de él la mar de bien. En esta ocasión, comparto unos
minutos de charla con San Martín y no se me ocurre otra cosa
que, adrede, poner en duda ciertas cualidades de Diego
Sastre. Y de pronto me encuentro con que el rostro de
Antonio cambia de color y se debate entre decirme una guasa
o soportar la prueba haciendo gala de su buena educación.
Intervengo a tiempo, es decir con gran celeridad, para
sacarle de dudas. Y compruebo el enorme alivio que le
produce mi aclaración. ¡Menudo amigo tiene mi estimado Diego
Sastre!
MARTES. 18
Hace la tira de años que mantengo unas relaciones muy
cordiales con Carlos Lamorena. También me consta el
enorme interés que viene poniendo para saber cada día más de
un deporte que le tiene sorbido el seso: el fútbol. Me topo
con él en el centro de la ciudad, a esa hora en que las
calles están rebosantes de vitalidad, y nos ponemos a
conversar. Me tira de la lengua, como ya es habitual cada
vez que nos vemos, y no dudo en darle una conferencia acerca
de un deporte que me gusta analizar minuciosamente. Debo
decir que Carlos me escucha atentamente y es a mí a quien me
toca cortar por lo sano, llegado su momento, pues veo que se
nos puede ir el santo al cielo. Carlos Lamorena lleva años
trabajando en el mundo del fútbol. Y me da en las
pituitarias que debe ser un magnifico soporte para cualquier
director técnico con deseos de trabajar duramente y sin
resabios profesionales. Además de contar con otras
cualidades que no vienen al caso exponerlas en estos
momentos.
MIÉRCOLES. 19
Veo a Beatriz Lamenca en el paseo Camoens. Viene
andando en dirección contraria a la mía y hago todo lo
posible por ponerme en su camino para que se pare conmigo.
No hablo con ella desde octubre del año pasado. O sea, nada
más y nada menos que un año bien despachado. Le recuerdo, en
cuanto nos pusimos a charlar, que la última vez que lo
hicimos fue en el Museo de Las Murallas Reales. Al cual
acudimos para ver la exposición fotográfica de Fito
Carreto: un artista de El Puerto de Santa María, cuyo
padre y yo vivimos momentos que nunca hemos olvidado.
Lamenca, por si alguien no se ha enterado todavía, es una
artista ceutí a la que yo aprecio muchísimo. Aún recuerdo la
primera vez que nos pusimos a charlar muy cerca del edificio
de San Luis y ella me confesó que era una lectora asidua de
‘El oasis’. En cambio, yo desconocía que estaba ante la
autora de una obra tan amplia y extraordinaria que recoge
Playa de Marfil (Tetuán); Paseo en góndola (Venecia);
Atardecer desde el Malecón (La Habana); Por algo se empieza
(París); La tarde (Bruselas), e instantáneas como Nuestra
Madre, procesión Virgen de África, Corpus 1994, etcétera.
Así que siempre estaré en deuda con una señora con la que he
vuelto a pegar la hebra con gran satisfacción. Aunque sea
después de un año.
JUEVES. 20
De Salvador Díaz tengo escrito que fue el mejor
directivo que tuvo Arjanda Walbanda Lalvani durante
el tiempo que éste presidió la Agrupación Deportiva Ceuta.
De Díaz conservo el mejor de los recuerdos. Y ahora, incluso
transcurridos veintitantos años, sigo viendo con claridad la
enorme calidad personal que atesora; porque, de no haber
sido así, le habría sido imposible darnos el magnífico trato
que nos dio a los profesionales de la ADC, en aquellos
comienzos de los años ochenta. Era el que manejaba los
dineros. Y jamás ponía ninguna pega cuando se le requería
algún que otro anticipo. Pero ello, que en su momento tenía
su valor, era nada y menos comparado con su amabilidad y lo
predispuesto que estaba siempre a solucionar cualesquiera
problemas que se convertían en un mundo para nosotros. Con
Salvador coincidí en la consulta del doctor Juan Medín
Catoira, el pasado mes de octubre. Y allí hablamos de
tiempos pasados ante la presencia de mi yerno, que había
venido a que le diagnosticaran una dolencia en la vista.
Hoy, en la plaza de los Reyes, he hallado a Salvador y hemos
coincidido en que tenemos en Ceuta un extraordinario
oftamólogo. Luego, tras poner en su sitio a Medín Catoira,
tocamos otros asuntos de escasa importancia, antes de
decirnos adiós.
VIERNES. 21
El miércoles tuve la oportunidad de hablar con Jaime
Wahnon durante un buen rato. Los dos estábamos
acompañados. Y en un momento determinado le dije que el
jueves se vería reflejado en ‘El oasis’ y no precisamente
con fines laudatorios. Lo cual le hizo torcer el gesto, como
diciendo qué habré hecho mal para que tú pongas mi nombre en
negrita y en ese escaparate de establecimiento que da a
calle céntrica. Lo tranquilicé, por supuesto, pero
contándole el hecho por el cual merecía ser amonestado en la
contraportada de este medio. Y lo hice mirándole a la cara:
por permitir que Radio Televisión Ceuta, de la que tú eres
presidente del Consejo de Administración, haya actuado de
manera malévola contra ‘El Pueblo de Ceuta’. Y me respondió
que haría las averiguaciones debidas para enterarse de quién
se había atrevido a comportarse de esa manera. Hoy, que le
he visto a cierta distancia, sin que él se diera cuenta, he
estado a punto de llamar la atención de Wahnon para
preguntarle si se interesó por el asunto y qué me puede
decir al respecto. Pero pensé que no merecía la pena seguir
poniendo en un brete a Jaime. A fin de cuentas, su cargo es
figurativo, aunque con derecho a sueldo de ministro con
cartera.
SÁBADO. 15
A veces es conveniente decirle al presidente de la Ciudad,
máxime cuando me consta que es lector de estas páginas
(bueno, de éstas y de muchas otras: no vaya a ser que les dé
un soponcio a los biliosos de costumbre), que hace ya mucho
tiempo que no le recuerdo que Radio Televisión Ceuta está
repleta de personas procedentes del GIL. Personas que se
distinguieron por pasear las calles subidas en una batea de
camión acondicionada, desde la que gritaban infundios contra
el Partido Popular y que luego le pusieron a él como chupa
de dómine; tampoco he insistido en preguntarle a Vivas qué
hace sentándose a conversar con un locutor de la televisión
pública, a cada paso, cuya afiliación al GIL le
proporcionaba unos deseos vehementes de vejar a quien ahora
rinde pleitesía. Ni he caído en la tentación de requerirle a
Vivas su opinión acerca del comportamiento del todopoderoso
gerente del medio público y sobre actuaciones de éste y que
han sido sometidas a las decisiones de los jueces. Y así
podría enumerar una serie de cuestiones que desembocarían en
que me dijera qué pinta Jaime Wahnon como presidente
del Consejo de Administración, en una televisión pública
donde es archisabido que allí quien hace lo que le da la
real gana es Manolo González Bolorino, secundado por
sus ayudantes de cámara. Pero sí le voy a recordar al
presidente, que tanto gusta de ver ‘El silbato’ -sobre
gustos no hay nada escrito-, el que no haya sido capaz de
darse cuenta de que en esa televisión, la de todos los
ceutíes, se están vengando de ‘El Pueblo de Ceuta’. Una
venganza que desvela muy bien la poca categoría de un medio
con ínfulas de grandeza. Pero que sigue dando pruebas de ser
una televisión de corto alcance, porque quien la maneja es
incapaz de conseguir que los profesionales saquen a relucir
la imaginación y dejen de plagiar incluso sin la menor
convicción. A ver si usted, presidente, se da por enterado
de ese proceder en un medio de todos. Me imagino que lo
hará, ¿verdad? Pues de lo contrario, a lo mejor podríamos
imaginar otras cosas...
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