Se acerca la Navidad, la fiesta del pasarlo bien, de hacer
regalos, la fiesta de las luces y los adornos, la fiesta de
beber y de comer y poco más. ¿Pero a costa de quienes
preparamos una suntuosa mesa para comer bien? A costa de los
animales, las criaturas más indefensas ante la imparable
maldad del hombre. Para ellos es la fiesta del horror, del
sufrimiento, del dolor y por último de la muerte.
De forma cruel y bestial se acaba con estas inocentes vidas
en los mataderos. Allí nadie los oye, nadie los ve o dicho
mas fríamente a nadie les importa. ¿Y todo este sufrimiento
y dolor de estas criaturas para qué? Para satisfacer el
paladar del insaciable hombre que ha olvidado su relación
con toda la naturaleza.
¿Nos hemos parado alguna vez a pensar en el sufrimiento que
tienen que pasar los animales para que las personas tengan
en su plato un buen trozo de carne bien aderezado y adornado
del cadáver de un animal? ¿Por qué es el hombre tan
insensible al dolor y sufrimiento ajenos? ¿Hemos mirado
alguna vez a los ojos a un animal, esa criatura inocente a
la que nosotros tan despreciativamente hacemos sufrir y que
al final como un objeto de consumo damos muerte? Ellos son
seres vivos que sienten alegría, pero que también siente la
pena, el dolor y el sufrimiento que el hombre les causa.
Nuestros animales domésticos nos demuestran cada día que los
animales sienten. Todos ellos, como nosotros, somos parte de
la naturaleza. Ellos han sido creados por el mismo Dios que
nos ha creado a nosotras las personas, por lo que
compartimos el mismo hálito de vida. Por eso, cuando los
matamos y consumimos, ¿a quien dañamos? En última instancia
a nosotros mismos.
El hombre ha dispuesto de toda la naturaleza solo para sus
fines y ha ultrajado a la Tierra sin el más mínimo respeto.
El hombre se ha olvidado del verdadero sentido de la
Navidad. Jesús nació entre animales y vino para traernos la
redención pero no solo a los hombres, su acto redentor fue
también para los animales y para toda la naturaleza.
Entonces ¿cómo hemos llegado a desvirtuar ese acto de Amor
de Jesús de Nazaret? Él dijo: “Lo que hacéis a las más
pequeñas Mis criaturas eso me lo hacéis a Mí”. Y En estas
grandes y hermosas palabras del Gran pacifista y Maestro del
amor estaban incluidos los animales.
Por favor reflexionemos y sintamos en el corazón el dolor
ajeno. Seguro que podemos ser menos insensibles, menos
arrogantes creyéndonos los seres absolutos de la creación
con “licencia para matar”, porque los animales también son
seres de la creación. Además recordemos que hay una Ley
universal, una Ley de Dios que dice: “Lo que siembres
cosecharas”. Pensemos en los animales si de verdad
celebramos el recordatorio de lo que sucedió en Belén, pues
ellos dieron cobijo en el establo a Maria, José y al Niño.
Llegará el día en que para conmemorar este maravilloso acto,
el ser humano dejará de sacrificar animales, porque no
querrá seguir contribuyendo al enorme dolor que se genera en
la Tierra. Sin lugar a dudas con un rico menú vegetariano,
la Navidad se acerca algo más a la fiesta de la Paz y del
Amor.
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