Los derechos humanos son normas básicas necesarias para
vivir como un ser humano, sin las cuales las personas no
pueden sobrevivir ni desarrollarse con dignidad. Son
inherentes al ser humano, inalienables y universales.
Las Naciones Unidas establecieron una serie de normas
comunes sobre los derechos humanos cuando aprobaron en 1948
la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Desde
entonces, las Naciones Unidas han aprobado muchos
instrumentos internacionales vinculantes sobre derechos
humanos que establecen principios y derechos que se han
convertido en obligaciones jurídicas para todos los Estados
que deciden vincularse a ellos. Entre los instrumentos del
marco internacional de los derechos humanos se encuentra la
Convención sobre los Derechos del Niño.
En 1945, la Carta de las Naciones Unidas estableció las
bases de la Convención sobre los Derechos del Niño, al
exhortar a todos los países a promover y alentar el respeto
por los derechos humanos y libertades fundamentales para
todos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos hizo
hincapié en que “la maternidad y la infancia tienen derecho
a cuidados y especiales asistencias” y se definió a la
familia como “elemento natural y fundamental en la sociedad.
Durante el siglo XX se aprobaron varias Declaraciones de los
Derechos del Niño, la última de ellas en 1959, en la que
reconocía que “la humanidad debe al niño lo mejor que puede
darle”. Pero las Declaraciones son manifestaciones de
intenciones y no son instrumentos jurídicamente vinculantes,
por ello, se trabajó duro desde las distintas instituciones
internacionales, para fortalecer el contenido de las
Declaraciones, mediante la aprobación de Pactos o
Convenciones, al objeto de dotarlos de fuerza de ley
internacional, siendo una obligación jurídica y moral para
los Estados y los individuos.
La lucha por los derechos de la infancia recorrió un largo
camino hasta que el 20 de noviembre de 1989 la Asamblea
General de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad el
texto sobre la Convención de los Derechos del Niño. La
Convención se transformó en un documento jurídicamente
vinculante, ratificado inicialmente por 20 Estados, en la
actualidad es ratificado por casi todos los Estados,
convirtiéndose en el Tratado de Derechos Humanos más
ratificado de la historia.
La Convención de los Derechos del Niño establece derechos
que es preciso convertir en realidad para que los niños y
niñas desarrollen su pleno potencial y no sufran a causa del
hambre, la necesidad, el abandono y los malos tratos. Los
niños y las niñas son titulares de derechos propios con
independencia de su raza, religión, nacionalidad y familia.
La Convención ofrece una visión de los niños como individuos
y como miembros de una familia y de una Comunidad, con
derechos y responsabilidades apropiados a su edad y etapa de
desarrollo. La Convención ha servido para defender la
dignidad humana de los niños y las niñas, esta destinada
especialmente a los menores de 18 años, al considerar que
precisan de un cuidado y protección especial, que los
adultos pueden hacer valer por si mismos.
La Convención de los Derechos del Niño es el primer
documento internacional jurídicamente vinculante que
incorpora toda la gama de derechos humanos: civiles,
culturales, económicos, políticos y sociales. La Convención
establece estos derechos recogidos en 54 artículos y dos
Protocolos Facultativos, todos los derechos tienen la misma
importancia y se encuentran mutuamente relacionados, siendo
los más significativos los siguientes:
-Derecho a la Igualdad
-Derecho a la Protección.
-Derecho a la Identidad y a la Nacionalidad.
-Derecho a tener una casa, alimentos y atención.
-Derecho a la educación y a la atención al disminuido.
-Derecho al amor de los padres y la sociedad.
-Derecho a la educación gratuita y a jugar.
-Derecho a ser el primero en recibir ayuda.
-Derecho a ser protegido contra el abandono y la explotación
-Derecho a crecer en solidaridad, comprensión y justicia
entre los pueblos
La Convención reconoce expresamente que la función principal
en la correcta aplicación de estos derechos recae en lo
progenitores, siendo los padres y madres los que deben
proteger y favorecer el pleno desarrollo de sus hijos, pero
al mismo tiempo los Estados que han ratificado la Convención
deben ejercer esa protección de la infancia y establecer las
garantías suficientes para que sean efectivas.
¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros para participar en
el cumplimiento de la Convención de los Derechos del Niño?
Todos y cada uno de nosotros tenemos una función que
desempeñar para asegurar que todos los niños y niñas
disfruten de su infancia. Si usted es padre o madre,
maestro, trabajador social o cualquier otro profesional que
trabaje con niños y niñas, aumente el grado de información
que éstos tienen acerca de los derechos que tienen
reconocidos en la Convención. Si usted es miembro o empleado
de una organización que trabaja a favor de los derechos de
la infancia, aumente el grado de información sobre la
Convención y sus Protocolos Facultativos, investigue y
documente las medidas y políticas que toma el gobierno e
incorporé en las comunidades en la promoción y protección de
los derechos de la infancia. Si usted es un miembro de los
medios de comunicación, promueva el conocimiento y la
comprensión de los derechos de la infancia y ofrezca un foro
para la participación de niños y niñas en la sociedad. Si
usted es un responsable político, asegure que todas las
leyes existentes y nuevas, así como la práctica judicial,
sean compatibles con las obligaciones internacionales de
nuestro país, supervise las acciones políticas y de gobierno
que se ajusten al contenido de la Convención de los Derechos
del Niño. Todo el mundo puede participar en el respeto, la
protección y el cumplimiento de los derechos de la infancia.
Por ello, el Centro UNESCO de Ceuta, quiere participar hoy
20 de noviembre en la celebración del día Universal de los
Derechos del Niño, promoviendo el conocimiento sobre el
contenido de la misma, adjuntamos a este artículo el texto
resumido de la Convención, al objeto de invitar a todos a su
lectura y reflexión, con la esperanza de motivar la
participación en protección de la infancia.
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