En este país, lo hemos dicho en
repetidas ocasiones, el 100% de la población es especialista
en fútbol y en medicina, y no hay un solo lunes que en
cualquier medio de comunicación, o en cualquier tertulia de
café, no se pongan en entredicho las tácticas que han
utilizado los entrenadores mejor pagados, que están en los
equipos punteros.
De la medicina sabe todo el mundo, es un decir, y basta con
que el niño tenga un dolor de barriga para que la vecina del
4ºA venga con la receta que la abuela de su suegra utilizaba
para estos casos.
Hay, sin embargo, una diferencia muy grande en las
consecuencias que trae la aplicación de una táctica errónea
o la utilización de alguna de esas recetas, trasmitidas de
generación en generación, y es que el error en fútbol lleva
únicamente a perder unos puntos, pero “mal utilizar”
cualquier potingue curativo puede llevar al que lo tomó a
“disfrutar de la vida eterna”.
Con el fútbol y al fútbol se juega, con la medicina ni se
puede jugar, ni se puede tomar a broma todo aquello que se
aplique para curar a uno, y mucho menos si lo está aplicando
un profesional de la propia medicina.
Últimamente, en concreto en Ceuta, la medicina ha caído en
“sospecha” por un incidente o accidente que ha terminado con
una señora embarazada y con la niña que daba a luz, en una
situación grave.
Aquí se ha empezado a hablar de negligencia, de por medio
hay denuncias contra el hospital del INGESA, y el juez ha
pedido a dicho hospital el historial clínico de la señora
fallecida.
En su momento el juez llegará a las conclusiones que tenga
que llegar, pero lo cierto es que el marido de la fallecida
denunció una negligencia médica, con un fallecimiento que,
esto es lo grave, “podría responder a un presunto delito de
homicidio por imprudencia”.
Y como un caso de estos trae aparejados otros, del mismo
tipo o parecidos, ahora el Defensor del Paciente solicita
que se investiguen las cesáreas realizadas en Ceuta.
Estamos, pues, no en un solo caso, aunque este es el que ha
levantado la polvareda, estamos ante una sospecha, por parte
del Defensor del Paciente, y eso ya empieza a ser más
complicado, porque si pierdes la confianza en el médico no
sé a qué vamos a ir a una consulta.
En el Defensor del Paciente no se tardó en trasladar su
apreciación sobre este suceso que había terminado con el
fallecimiento de una mujer de Ceuta, de 37 años. Así lo
manifestó, también, la presidenta de la institución, Carmen
Flores, la cual expresó que “posiblemente con una prevención
o atención rápida y eficaz se hubiera evitado lo sucedido”.
Aquí entramos ya en un terreno resbaladizo y más, todavía,
al alegar Carmen Flores que la actuación médica “ no sólo es
reprochable sino que hay que expedientarla”.
En un caso así, el dolor puede más que la propia reflexión y
lo que no sé yo es de qué principios básicos médicos ha
partido Carmen Flores para estas afirmaciones, que pueden
ser las correctas, pero que los médicos, o mejor dicho un
tribunal de expertos en medicina debiera ser quien dijera la
última palabra.
Me parece fenomenal la intervención del Defensor del
Paciente y me alegraría más, aun, que el juez pudiera
esclarecer todo, para que la medicina, en Ceuta, no
estuviera bajo sospecha.
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