Vaya, todavía falta y siendo
realistas la producción de cannabis nunca va a poder ser,
dada la complejidad del fenómeno, totalmente erradicada.
Además su progresiva eliminación debe ir acompañada de
cultivos o actividades económicas alternativas que
sustituyan, entre una población por otro lado nada sobrada
de recursos como es la rifeña (región productora por
excelencia), esta innegable fuente de riqueza, sin duda con
indeseables efectos colaterales tanto entre productores como
consumidores y que ha salpicado a la misma Administración
marroquí en varias ocasiones. Por otro lado la demanda de
consumo en Europa no parece descender, particularmente en el
segmento de edad comprendido entre los 15 y 24 años,
ocupando el dudoso primer honor los daneses, seguidos de
franceses y británicos; sobre 72 millones de europeos, 1/4
parte del total, reconoce haber fumado al menos una vez
cannabis. ¿Las estadísticas en Ceuta y el resto de España…?:
se las dejo a los colegas, que yo vivo en el extranjero y a
veces no me entero muy bien de cómo va la fiesta -y la
escopeta- nacional.
Retomando el titular y pese a las malas lenguas (“no se
toman el problema en serio”), la realidad es que el Reino de
Marruecos, “chuia chuia”, ha ido tomando posiciones
consiguiendo controlar en cierta medida el fenómeno en los
últimos años. Así y según recientes datos del ministerio de
Interior, presidido por Chakib Benmoussa, la superficie de
tierras dedicada a la producción de cannabis
(mayoritariamente en Tetuán, Chauen, Alhucemas, Larache y
Taounate) estimada en 134.000 hectáreas en 2003, ha
descendido a 60.000 hectáreas acabando el año 2008, un
notable descenso del 55%, siendo el próximo objetivo limitar
la superficie de cultivo a 50.000 hectáreas para el año que
viene. Como observación de campo podemos afirmar que la
erradicación ha sido masiva en las tierras de Larache y
Taounate, por cierto productoras de un cannabis de inferior
calidad, pero en el irredento Rif las superficies cultivadas
se mantienen. Globalmente no está nada mal, teniendo además
en cuenta que las indemnizaciones a los agricultores rozan
lo ridículo. Se estima que un millón de marroquíes, una
cifra respetable, tiran para adelante con los beneficios del
cannabis. Por el contrario, la nueva y letal amenaza en el
horizonte son las drogas duras (cocaína y heroína), lacra
que está empezando a “invadir” Marruecos desde el sur y
vendiéndose, además de en los círculos habituales, en las
cercanías de colegios y liceos (institutos de enseñanza
media). Insisto: un gravísimo problema en ciernes de
carácter estratégico y que, hasta el momento, no había
contaminado de forma masiva el país.
En la lucha antidroga también se están apretando las
tuercas, golpeando al “lobby” agazapado en el seno de la
Administración como se pudo ver en Tánger y Tetuán hace unos
años. El último caso ha sido el del coronel-mayor Mohamed
Hammouchi, responsable de la guarnición militar de Nador,
condenado recientemente por tráfico de droga (y también por
complicidad en la inmigración ilegal) a dos años de prisión
en firme por el Tribunal de Primera Instancia de la populosa
villa, próxima a la hermana ciudad de Melilla). En Nador por
cierto y según también me afirman, han fallecido hasta
veinticuatro personas en las últimas inundaciones.
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