La margarita del tratamiento de los residuos ceutíes ya no
tiene un pétalo y sólo le quedan tres que Bel y su equipo
deshojarán antes de que termine el año. La consejera de
Medio Ambiente aseguró ayer a los medios que ni siquiera se
plantea ya optar por la construcción de una incineradora,
puerta que el ministerio sigue dejando abierta sin que la
Ciudad llegue a entender por qué, y dejó entrever que la
solución final, que deberá trasladar a Madrid una vez
tomada, podría ser una alternativa “muy innovadora” que sólo
se usa en una comunidad española y el extranjero. La
solución, en dos semanas.
Diga lo que diga el tercer borrador del Plan Nacional
Integral de Residuos del Ministerio de Medio Ambiente sobre
qué alternativa tomará Ceuta para el tratamiento en la
ciudad de sus residuos, la Ciudad Autónoma ya no contempla
siquiera la posibilidad de optar por la incineración, un
proyecto “desfasado” que ayer la consejera del ramo, Yolanda
Bel, dio por definitivamente descartado.
Quince años después de que se pactase con la empresa Abengoa
constuir una planta de incineración de basuras en la ciudad
autónoma, la también portavoz del Ejecutivo ceutí dio ayer
el asunto por zanjado: “Nunca” se optará por tal propuesta
porque ni siquiera está ya entre las opciones sobre la mesa,
que según dijo básicamente se reducen a tres, una de ellas
“muy moderna”.
Después de muchos vaivenes la consejería competente ha
puesto su mirada en Cataluña, cuya política pública de
gestión de residuos está orientada hacia la eliminación de
las incineradoras existentes.
“Tenemos una propuesta que actualmente sólo existe en una
comunidad autónoma española y en el extranjero”, fue lo más
que se atrevió a ir Bel, quien se dio de plazo “hasta
finales de año” para tomar una decisión definitiva al
respecto que sirva al mismo tiempo para resolver el problema
de la gestión de los residuos y para ser “absolutamente
respetuosos” con el Medio Ambiente.
La responsable estatal de residuos de Ecologistas en Acción,
Leticia Baselga, sólo encontró dos alternativas con tales
características.
Una de ellas pasa por la apuesta catalana por la recogida
selectiva de los residuos y su posterior reutilización o
reciclaje, incluso en forma de electricidad. La otra, por la
gasificación por plasma de los residuos, una forma de
convertir en energía la basura por la que se ha inclinado
Madrid y Galicia y que para la organización ecologista es
tan perjudicial como la incineración, a su juicio “la peor y
la más cara de las técnicas para gestionar los residuos”. En
realidad, las dos opciones “modernas” pasan por el gas. La
planta de tratamiento de materia orgánica que está a punto
de empezar a funcionar en el Vallès Oriental catalán se
dedicará exclusivamente a los residuos orgánicos, mejorando
el proceso de compostaje y el tratamiento de los olores
para, en último término, obtener biogás para producción
eléctrica, un combustible ecológico cuyo excedente se
exportará a la red eléctrica.
El plasma sirve para todo lo demás: residuos hospitalarios,
industriales, urbanos, pinturas, disolventes, plásticos,
aceites, neumáticos, cenizas... La tecnología desarrollada
por una multinacional norteamericana es capaz de, después de
someter los desechos a temperaturas extremas, obtener dos
productos: gas para generar electriciad y un material vítreo
utilizable en la construcción.
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