Siempre me he figurado que el potaje es un plato inicial de
las Islas Canarias que se fue extendiendo por toda la
península, con las variantes lógicas de los productos de la
tierra propia, y posteriormente por el resto del mundo
civilizado.
Sabemos que es un plato a base de verduras y legumbres, por
lo general garbanzos, pero existen también potajes de judías
y lentejas, cocidas a fuego lento a la que se le añade un
sofrito con lo que queda un caldo que no puede llevar la
denominación de sopa. Luego viene la imaginación de cada
cual con paletadas de costillas, tocinos, chorizos,
morcillas y pare Vd. de contar.
Como ya viene siendo un clásico que complementa una de las
actividades de la Casa de Ceuta en Barcelona, nuestra
entidad organizó el pasado domingo 9 de noviembre el
tradicional “Potaje” un año más.
Los marmitones se preocuparon hasta lo más mínimo en
preparar adecuadamente el explosivo potaje que se comerían
poco después la mayor asistencia de socios que tuvo la Casa.
A pesar de que se esforzaron los sollastres por hacer la
mayor cantidad posible del condumio, sin perder calidad
desde luego, resultó a todas luces que quedaron cortos ante
tanto plato pendiente de llenar. Y la verdad es que en ésta
ocasión el local se sobresaturó de socios que hasta tuvieron
que habilitar las dependencias de la Junta y la biblioteca
para que todos no se quedaran sin probar el exquisito y
contundente potaje.
Sin embargo, el potaje que prepararon los sollastres,
ayudados por pinches ocasionales, en la cocina del local
social tenía una pinta más cercana al popular cocido; por
ser un plato demasiado completo y que tiene todos los
ingredientes necesarios para una dieta especialmente
indicada para gente que hace mucho ejercicio físico y que
practica deporte con asiduidad.
Esto tiene fácil explicación si conocemos que la mayoría
suelen comer el potaje como si fueran tres platos que se
sirven en una misma comida. Una sopa, que en realidad es
caldo, se toma en primer lugar (gracias al vuelco de la
olla), significando con ello el primer plato; luego viene el
segundo plato, compuesto por las legumbres y las patatas; el
tercer plato lo remata las carnes, chorizos, tocinos y demás
acompañantes culinarios…
En nuestra tierra, en tiempos algo lejanos, solíamos tomar
el caldo con los garbanzos y como segundo plato hacíamos una
mezcolanza de los tocinos, morcillas, carnes, patatas y
demás ingredientes hasta transformarlos en una pasta que
resultaba extremadamente riquísima pero que reventaba a
quienes no practicara ejercicios con frecuencia. Aparte
quedaba el tuétano de los huesos que “machacábamos” con pan.
Aunque en realidad esto se refiere al cocido, que no al
potaje.
Como era de esperar, los socios de la Casa acabaron ahítos
de potaje pese a lo cual siguieron comiendo pastas dulces,
algunas cocas, y galletas multicolores, en los que
predominaba el chocolate.
Cerraron la comida con el juego de la popular lotería
casera, hoy conocida como bingo, en la que el premio es una
invitación a cenar gratuitamente en la celebración del
Aniversario de la entidad. El premio a la línea de bingo,
que no de la Concepción, era una botella de cava que se
acabó nada más hacer saltar el tapón.
El porqué redacto la presente crónica varios días mas tarde,
es a causa de la digestión de tan tremendo condumio que no
me permitió moverme y que tiene las trazas de servir para
todo el mes. Un estupendo remedio a la galopante crisis de
nuestros días.
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