Los docentes, un colectivo
dedicado a la enseñanza, se sienten incomprendidos.
Reivindican a políticos, padres, agentes sociales y medios
de comunicación, “un esfuerzo” por reconocer la importancia
de su tarea diaria. Fue una de sus demandas en el Día
Mundial de los Docentes (5 de Octubre), bajo el lema “Los
docentes sí cuentan”.
En los últimos treinta años, el deterioro de los profesores
se ha hecho más intenso, cayendo paulatinamente la
consideración social de esta profesión. Afirman, desde uno
de los sindicatos: “Ahora el estatus de los alumnos en casa
es más alto que el de los docentes”. Y es que no desean el
autoritarismo de la dictadura, sino un respeto y
reconocimiento a su labor y una “autoridad magistral”, es
decir, que no se cuestione cómo imparten los contenidos
académicos.
Según el Observatorio Estatal de Convivencia Escolar, el 77%
de los docentes ve en la falta de implicación de los padres
uno de los obstáculos para la convivencia escolar. “La
predisposición de las familias hacia el docente, que vea el
alumno, tiene una repercusión inmediata en él. Por lo tanto,
la llamada de socorro va dirigida hacia la familia. Por
parte del Presidente de ANPE, se asegura que “las
deficiencias educativas y de comportamiento se consiguen
cuando los padres se preocupan por la educación”.
Además del apoyo de los progenitores, los docentes creen
fundamentales, un respaldo de la Administración, por
ejemplo, ante problemas de violencia escolar. Incluso,
cuando un docente es agredido por un padre. Ni siquiera, en
este caso, tienen estatus de autoridad. Recuérdese que el
Código Penal recoge como atentado las agresiones a los
funcionarios públicos en el desempeño de su función. Pero,
en la práctica, las que se cometen contra los profesores se
consideran faltas.
Para recobrar la dignificación de su labor, los
representantes sindicales también reclaman una regulación de
su carrera profesional. Para tal efecto se está negociando
el Estatuto de la Función Pública Docente, que está todavía
sin cerrar. Afirma el Secretario de Enseñanza de CC.OO. que
“no se trata sólo de aumentar los salarios, sino de mejorar
las condiciones laborales para motivarles, aulas adecuadas a
la diversidad del alumnado, recursos pedagógicos suficientes
para una docencia innovadora y medidas para un ambiente
satisfactorio.
Los padres ofrecen sus explicaciones. El Presidente de la
Confederación Estatal de Asociaciones de Padres de Alumnos,
ofreció al colectivo docente “todo el apoyo de esta
organización”, pero cree que no se da prestigio a su labor a
golpe de legislación, sino que se lo tienen que ganar ellos
mismos. Además, lamenta que los profesores no siempre han
adaptado su forma de dar clase a los nuevos tiempos. “Se
mantienen fórmulas de tiza y pizarra”.
Por parte del Ministerio de Educación, se asegura que la
carrera profesional que se diseñará en el futuro estatuto
(¿?) servirá de estímulo para los profesores y se recuperará
la autoridad con medidas de la Ley Orgánica de Educación,
como formación en las nuevas realidades sociales, mayores
salarios y profesores de ayuda. En todo caso, abogan por
superar el concepto antiguo de autoridad. Los docentes
insisten en que su dignificación es la “asignatura
pendiente”.
Para el Profesor de Filosofía, Carrión Arregui, parece
incomprensible que algo más del 60% de los profesores de
Secundaria considere que sus alumnos son peores que los de
hace algunos años. ¿Cómo es posible? No parece razonable que
los alumnos puedan empeorar conforme mejora su nivel de vida
y sus recursos tecnológicos.
Por muchos que lamentemos que las familias desistan de sus
responsabilidades –no olvidemos que a menudo el alumno es
víctima de circunstancias problemáticas de las que no es
responsable- tampoco podemos, como profesores, hacer lo
mismo y atribuir a la dejadez familiar nuestros fracasos
educativos. Estamos obligados a buscar soluciones y, pese a
haberlo mencionado en muchas ocasiones, no quiero ignorar la
responsabilidad de la Administración a la hora de fomentar
la estabilidad de los equipos directivos para que puedan
imprimir a los centros las pautas de convivencia necesarias
con una mínima continuidad. También hay un par de cuestiones
muy concretas al alcance de cualquier profesor. La primera,
el mandar más tareas para casa –y recogerlas, corregirlas y
puntuarlas- para que el alumno elija en qué momento de su
tiempo libre atiende a sus deberes escolares, y para crear
en torno a ello un vínculo de apoyo y conexión con las
familias que pueda fomentar una mayor responsabilidad del
estudiante. La otra cuestión, en la que todos los expertos
coinciden, estriba en reforzar las tutorías personalizadas,
además de las de grupo… Una atención más individualizada
permite marcar objetivos concretos y huir de esa “igualación
a la baja” que tantos estragos ha producido en los últimos
años. Pueden bastar unos segundos, unas miradas o unas
palabras de aprecio y ánimo para que el estudiante deje de
sentirse uno más del montón y reaccione positivamente de tú
a tú.
Pero, por mucha innovación tecnológica, audiovisual o
didáctica que practiquemos, no hay modo de esquivar una
evidencia. Estudiar no es divertido. Nunca lo ha sido ni lo
será. Con el tiempo puede resultar satisfactorio, pero
siempre conlleva un esfuerzo que en ocasiones, resulta muy
costoso realizar…
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