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OPINIÓN - MARTES, 18 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Llamada de socorro
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Los docentes, un colectivo dedicado a la enseñanza, se sienten incomprendidos. Reivindican a políticos, padres, agentes sociales y medios de comunicación, “un esfuerzo” por reconocer la importancia de su tarea diaria. Fue una de sus demandas en el Día Mundial de los Docentes (5 de Octubre), bajo el lema “Los docentes sí cuentan”.

En los últimos treinta años, el deterioro de los profesores se ha hecho más intenso, cayendo paulatinamente la consideración social de esta profesión. Afirman, desde uno de los sindicatos: “Ahora el estatus de los alumnos en casa es más alto que el de los docentes”. Y es que no desean el autoritarismo de la dictadura, sino un respeto y reconocimiento a su labor y una “autoridad magistral”, es decir, que no se cuestione cómo imparten los contenidos académicos.

Según el Observatorio Estatal de Convivencia Escolar, el 77% de los docentes ve en la falta de implicación de los padres uno de los obstáculos para la convivencia escolar. “La predisposición de las familias hacia el docente, que vea el alumno, tiene una repercusión inmediata en él. Por lo tanto, la llamada de socorro va dirigida hacia la familia. Por parte del Presidente de ANPE, se asegura que “las deficiencias educativas y de comportamiento se consiguen cuando los padres se preocupan por la educación”.

Además del apoyo de los progenitores, los docentes creen fundamentales, un respaldo de la Administración, por ejemplo, ante problemas de violencia escolar. Incluso, cuando un docente es agredido por un padre. Ni siquiera, en este caso, tienen estatus de autoridad. Recuérdese que el Código Penal recoge como atentado las agresiones a los funcionarios públicos en el desempeño de su función. Pero, en la práctica, las que se cometen contra los profesores se consideran faltas.

Para recobrar la dignificación de su labor, los representantes sindicales también reclaman una regulación de su carrera profesional. Para tal efecto se está negociando el Estatuto de la Función Pública Docente, que está todavía sin cerrar. Afirma el Secretario de Enseñanza de CC.OO. que “no se trata sólo de aumentar los salarios, sino de mejorar las condiciones laborales para motivarles, aulas adecuadas a la diversidad del alumnado, recursos pedagógicos suficientes para una docencia innovadora y medidas para un ambiente satisfactorio.

Los padres ofrecen sus explicaciones. El Presidente de la Confederación Estatal de Asociaciones de Padres de Alumnos, ofreció al colectivo docente “todo el apoyo de esta organización”, pero cree que no se da prestigio a su labor a golpe de legislación, sino que se lo tienen que ganar ellos mismos. Además, lamenta que los profesores no siempre han adaptado su forma de dar clase a los nuevos tiempos. “Se mantienen fórmulas de tiza y pizarra”.

Por parte del Ministerio de Educación, se asegura que la carrera profesional que se diseñará en el futuro estatuto (¿?) servirá de estímulo para los profesores y se recuperará la autoridad con medidas de la Ley Orgánica de Educación, como formación en las nuevas realidades sociales, mayores salarios y profesores de ayuda. En todo caso, abogan por superar el concepto antiguo de autoridad. Los docentes insisten en que su dignificación es la “asignatura pendiente”.

Para el Profesor de Filosofía, Carrión Arregui, parece incomprensible que algo más del 60% de los profesores de Secundaria considere que sus alumnos son peores que los de hace algunos años. ¿Cómo es posible? No parece razonable que los alumnos puedan empeorar conforme mejora su nivel de vida y sus recursos tecnológicos.

Por muchos que lamentemos que las familias desistan de sus responsabilidades –no olvidemos que a menudo el alumno es víctima de circunstancias problemáticas de las que no es responsable- tampoco podemos, como profesores, hacer lo mismo y atribuir a la dejadez familiar nuestros fracasos educativos. Estamos obligados a buscar soluciones y, pese a haberlo mencionado en muchas ocasiones, no quiero ignorar la responsabilidad de la Administración a la hora de fomentar la estabilidad de los equipos directivos para que puedan imprimir a los centros las pautas de convivencia necesarias con una mínima continuidad. También hay un par de cuestiones muy concretas al alcance de cualquier profesor. La primera, el mandar más tareas para casa –y recogerlas, corregirlas y puntuarlas- para que el alumno elija en qué momento de su tiempo libre atiende a sus deberes escolares, y para crear en torno a ello un vínculo de apoyo y conexión con las familias que pueda fomentar una mayor responsabilidad del estudiante. La otra cuestión, en la que todos los expertos coinciden, estriba en reforzar las tutorías personalizadas, además de las de grupo… Una atención más individualizada permite marcar objetivos concretos y huir de esa “igualación a la baja” que tantos estragos ha producido en los últimos años. Pueden bastar unos segundos, unas miradas o unas palabras de aprecio y ánimo para que el estudiante deje de sentirse uno más del montón y reaccione positivamente de tú a tú.

Pero, por mucha innovación tecnológica, audiovisual o didáctica que practiquemos, no hay modo de esquivar una evidencia. Estudiar no es divertido. Nunca lo ha sido ni lo será. Con el tiempo puede resultar satisfactorio, pero siempre conlleva un esfuerzo que en ocasiones, resulta muy costoso realizar…
 

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