Tal día como hoy, Marruecos -el
vecino país del sur- celebra el 52 aniversario de su
Independencia del Protectorado español y francés, en 1956.
Una independencia asimétrica como veremos pues si España,
enfadada y sin querer o poder salir cerrando históricos
contenciosos, que aun siguen abiertos, se iba dignamente
cerrando la puerta y sin pegar un tiro, Francia partía
enfangada en sangre y represión dejando, eso sí, la tarjeta
de visita para cualquier necesidad que surgiera y, bueno, mi
impresión personal sobre el terreno… es que Francia, en
verdad, nunca se marchó del todo. 1956 fue un año
trepidante, diplomáticamente hablando: el 10 de enero en
Larache, el Alto Comisario Garcia Valiño se entrevistaba con
el Residente francés, André Dubois, a fin de poner el marcha
el mecanismo legal de abandono del Protectorado, derogado
unilateralmente para sorpresa de España por el acuerdo
franco-marroquí del 2 de marzo (Tratado de Fez); Mohamed V
se entrevista en Madrid el 5 de abril con el general Franco
, firmándose el día el 7 de abril el acuerdo
Hispano-Marroquí de Independencia, escenificándose con la
visita del Sultán Mohamed V a Tetuán, tras visitar, en ruta,
Granada, Córdoba y Sevilla; el 11 de abril Mohamed V procede
a cortar la cinta simbólica que separaba los territorios
bajo tutela española y francesa, aprovechando la ocasión
para largar un torpe e injusto discurso, él y su dinastía,
que debían el Trono a la acción combinada de Francia y
España: sin éstas, lo digo alto y claro, Mohamed V nunca
habría sido rey. En julio la Administración española es
traspasada a la marroquí y el 15 de mayo llega el turno a
los diplomáticos: Abdeljalak Torres, líder del Partido
Reformista fagocitado por el Istiqlal, es nombrado embajador
de Marruecos en Madrid mientras que, en Rabat, el antiguo
cónsul José Felipe de Alcocer y Sureda es elevado al rango
de embajador de España. El príncipe heredero y comandante en
jefe de las nuevas FAR, el futuro Hassán II, visita Madrid
el 10 de junio. El 29 de octubre es abolido el Estatuto
Internacional de Tánger y, exactamente un mes más tarde (12
de noviembre), el Reino de Marruecos es admitido en las
Naciones Unidas (ONU).
El colono español -al contrario que su colega francés,
indemnizado- salió con lo puesto y, los que se arriesgaron a
quedarse, debieron de afrontar el proceso de
“marroquinización” de la economía (o sea, echarse un socio
del país) impuesto por Hassán II en la década de 1960. Sí
España algo hizo de manual, con estilo y gallardía, pese a
perder torpemente en pocos días la iniciativa política y el
prestigio acumulado, fue el repliegue de nuestras tropas: en
perfecto orden y en varias fases escalonadas, entre 1956 y
1961, magistralmente dirigido por el general Galera Paniagua
como señala con abundante documentación, en su inédita
tesina de fin de carrera, el teniente coronel (en la
reserva) Pedro Ruiz Herrera.
¿El gran servicio del Protectorado…?. Haber entregado a la
dinastía reinante, la Alauí, un país más o menos unido.
Claro que la cosa no acabó en 1956, como recuerda el general
e historiado Ramón Salas Larrazabal puesto que “·Marruecos
seguía, tesonero, su política de conseguir sucesivamente sus
metas por acuerdos bilaterales con España. Con una táctica
que recuerda la de Hitler, iba presentando sucesivamente sus
reclamaciones”. Pero esta ya es otra historia…
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