Habiendo leído la prensa local –la
nacional también; pero ya saben que llevo mucho tiempo sin
opinar de lo que sucede al otro lado del Estrecho. Aunque
bien es verdad que, últimamente, todo se reduce a analizar
la presencia de ZP en la Casa Blanca-, me encuentro
con que no veo ningún hecho que considere destacado para
sacarle punta y poderme ganar el jornal de la columna.
Los lunes, casi siempre, los articulistas las pasan moradas
para poder cumplir con su cometido; dado que los domingos
prevalece la fiesta del fútbol por encima de todo y al día
siguiente, como es lógico, quienes ni hablan ni escriben de
tal espectáculo parecen seres inadaptados a cuanto sucede a
su alrededor. Que es lo que dirían de mí si hoy no aprovecho
la ocasión para referirme a un asunto futbolístico, que se
ha convertido en un culebrón.
El domingo pasado, y tras una semana de dimes y diretes
entre José Enrique Díaz y Benigno Sánchez,
director técnico y entrenador de la Asociación Deportiva
Ceuta, todos teníamos la impresión de que si el Guadalajara
no perdía en el Murube a Sánchez podrían sucederle dos
cosas: una, que le dieran la boleta; y otra, que los
directivos le dijeran que si quería continuar en su cargo
debería aceptar una rebaja en sus honorarios.
Una decisión que le había puesto a huevo el entrenador al
club, fechas atrás y en distintos medios de comunicación,
diciendo más o menos lo siguiente: De continuar las cosas
así de mal vería con buenos ojos que los directivos
decidieran rebajarme el sueldo. Estarían en su derecho y yo
lo aceptaría.
Palabras que vienen a demostrar la soledad de los
entrenadores cuando se ven acosados y tratan por todos los
medios de permanecer en su puesto a todo trance. Porque es
mentira, como ha venido diciendo José Antonio Camacho,
durante su etapa de glosador de partidos en la televisión,
que un entrenador empieza a serlo de verdad cuando lo
destituyen dos veces.
Sánchez, de la noche a la mañana, se encontró con la
posibilidad de triunfar ruidosamente en un club que lleva
mucho tiempo anhelando el ascenso. Una posibilidad, además,
que se vio amparada como nunca por las primeras autoridades;
porque ahora éstas se sienten más partícipes que nunca en el
empeño. Y aunque en Gerona acabó el sueño, a él lo
recibieron como héroe en el llamado pomposamente Palacio
Municipal. Todo un acontecimiento para un hombre joven, no
muy conocido hasta entonces en el escalafón, y que pronto se
dio cuenta de lo importante que es ser entrenador del primer
club de fútbol de Ceuta.
De modo que Benigno, pese a que estaba en desacuerdo con el
director técnico, desde que éste no fuera capaz de contratar
un solo jugador de los pedidos por él, no dudó en seguir
alimentando la ilusión de sus directivos sobre que la
plantilla confeccionada estaba muy capacitada para repetir
no sólo los éxitos de la temporada anterior sino para
culminarlos con el ansiado ascenso. Y lo hacía convencido de
que a una plantilla descompensada, lo aireó la semana
pasada, podía convertirla en triunfadora. Con lo cual nos
estaba diciendo que era capaz de hacer milagros. Por todo
ello, si ahora entiende que deben bajarle el sueldo, y la
directiva ha aceptado el envite, se ha hecho acreedor a una
nueva oportunidad. Y a lo mejor puede hasta ganarse otro
escudo de oro...
|