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OPINIÓN - DOMINGO, 16 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Al-Qaïda y los límites de la Yihad
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Ignoro, naturalmente, si Osama Ben Laden sigue vivo como acaba de afirmar un alto responsable norteamericano o si, como señalara Benazhir Buhtto no mucho antes de ser asesinada, había fallecido en un hospital de Pakistán. En cualquier caso su herencia, Al-Qaïda-La Base, fundada bajo cobertura de los servicios de inteligencia paquistaníes y saudíes (auspiciados por la CIA, como táctica insurgente irregular contra la invasión soviética de Afganistán en 1979), sigue en pie, transmutándose bajo otras banderas terroristas de conveniencia a lo largo del mundo y, lo que es más preocupante aun, inspirando un terrorismo autónomo e independiente, “anarquizante”, en Occidente principalmente.

Con todo el ambivalente concepto de “yihad” (esfuerzo personal-esfuerzo en el camino de Alláh/Dios-guerra santa), está empezando a ser siendo cuestionado desde las mismas filas del salafismo yihadista, en un proceso salvando las distancias al vivido en su momento en el País Vasco con los “polimilis” de ETA y que les llevó a condenar los métodos de la misma, abriéndose a la vida política; también fue ese el caso en Marruecos de la “Chabiba Islamiya”, (Juventud Islámica), muchos de cuyos componentes son ahora respetables diputados en el Parlamento. En los últimos tiempos, varias grietas se han abierto en el seno del apoyo ideológico al terrorismo yihadista: así a mediados de octubre Sarfaraz Naemi, responsable del Consejo de Ulemas Unidos (MUC) de Pakistán, que agrupa a religiosos sunníes y shiítas, promulgaba una “fatwa” (edicto religioso dictaminado por expertos, basándose en la Sharía o Ley Islámica) condenando los atentados suicidas, declarándolos fuera de la ley y prohibiéndolos expresamente. Pero lo más importante en la lucha antiterrorista contra el terrorismo de matriz islamista, han sido otros dos posicionamientos: primero el de una amplia mayoría de la comunidad musulmana, liderada por un amplio espectro de países moderados, apartándose y condenando sin ambages los métodos terroristas de “Al-Qaïda” y otros grupos satélites (como por ejemplo Al Qaïda en el Maghreb Islámico, AQMI y la Yamáa Islamiya de Indonesia); segundo y ya dentro de las propias filas de la organización terrorista, la disidencia de uno de sus principales ideólogos y fundador, el doctor Sayyid Imam al-Sharif (apodado como Dr. Fadl), autor en su momento de dos libros justificando la guerra santa e impulsor de la ideología “takfir”, que a finales del año pasado colgaba en Internet una nueva publicación, “Racionalización de la Yihad”, acotando ésta en el plano defensivo, condenando expresamente los métodos terroristas de Al-Qaïda instando a su cese y calificando a Ben Laden y al-Zawahiri de “inmorales”. Apenas tres meses más tarde, al-Zawahiri (también egipcio y cirujano, además de segunda cabeza de Al-Qaïda, por delante del tercero y eventual sucesor al frente de la organización terrorista, Abou Yahia al-Libi)) renueva sus amenazas revolviéndose contra la “traición” de al-Sharif, justificando las masacres en nombre Dios con otro libro, “La Absolución” (mi edición está en francés). En otro plano el propio Osama fue cuestionado crudamente por uno de sus antiguos admiradores, el jeque saudí Salmam Al Oudha,

Sin duda aun nos queda un largo camino. Pero no hay mejor cuña que la de la misma madera y el final del terrorismo solo será posible con el apoyo -y la implicación directa- de la comunidad musulmana.
 

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