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OPINIÓN - DOMINGO, 16 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

De la Encina: ahora le toca torear a gusto
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Salvador de la Encina ha demostrado con sus actuaciones, como presidente de la Comisión Delegada de Ferraz, que está muy capacitado para tratar de resolver situaciones complicadas en el seno de un partido. Porque, a decir verdad, la misión que le encomendaron en Madrid, tenía las ideas de un miura abochornado, escurrido de carnes y con dos leños en la cabeza, capaz de hacer correr al mismísimo José Tomás.

Incuestionable, pues, el valor sereno y seco que el diputado socialista ha exhibido durante la temporada que ha necesitado para culminar su tarea en la sede de la calle de Daoíz. Lo cual sólo está al alcance de un profesional de la política con nervio y energía y que ejerce el oficio con una pasión enfriada en su justa medida en la nevera de la inteligencia.

Me imagino que no faltarán quienes me tachen de adjudicarle demasiados ditirambos (halagos exagerados) a quien consideran que ha ejercido de comisario político y que si no le ha temblado el pulso es porque en Ferraz recibió la orden de pasarse el socialismo ceutí por la taleguilla y, en caso de necesidad, abreviar la faena y salir del envite de la manera más aseada posible.

Puede ser que quienes piensan así, no anden descaminados, claro. Pero una cosa es lo que a De la Encina pueden haberle ido diciendo desde la barrera y otra es la lidia que él ha creído conveniente darle a un asunto que en cualquier momento podía causarle destrozos en la femoral de su trayectoria y mandarle al hule de las desgracias de una organización que tiene sus reglas internas.

Por lo tanto, y tras seguir atentamente su faena como espectador, reconozco que De la Encina ha sabido adaptar sus conocimientos políticos a la causa que le encomendaron. Y dado que vengo usando términos taurinos, para intentar describir lo hecho por este ceutí, diré que ha sabido sacarle partido a lo que en el mundo del toro suelen llamar limpieza de corrales. Es decir, tener que torear alguien el ganado que muchos compañeros desechan por ser ya figuras del toreo.

De la Encina no tenía necesidad de aceptar el reto de poner orden en el socialismo de Ceuta. Ya que lleva muchos años en el escalafón de políticos destacados y ya tuvo tiempo, no ha mucho, de demostrar en la plaza de Algeciras de lo que es capaz. Sin embargo, vivir de los éxitos pasados no es bueno; y hasta puede reportar más disgustos que beneficios. Y ello es algo que nuestro hombre, en plena sazón de su carrera, sabe tan bien como el que más.

De ahí que cuando le dijeron en Ferraz que era la persona indicada para encerrarse con el problema surgido tras la dimisión de Antonia María Palomo, pensara, seguramente, que se le presentaba una nueva oportunidad para consagrarse definitivamente ante quienes están obligados a mantener la disciplina de partido por encima de todo lo demás.

Y asumió el envite sabiendo que lo primero que debería hacer es decirle a muchos correligionarios: ¡Basta ya! ¡Aquí no ha más cera la que arde! Y a partir de ese momento, más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo, puso en juego sus conocimientos y empleó ardides suficientes para presentarse en Madrid con una lista de afiliados como trofeo. Ahora le toca lo mejor: torear a gusto.
 

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