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					Hace 15 días, los tres centros sanitarios de Ceuta sufrieron 
					un colapso como consecuencia de que el INGESA diera de baja 
					todas las cartillas caducadas. Ahora se conoce que durante 
					esos primeros días, donde la situación fue más crítica, 
					pacientes del Tarajal rayaron los coches de al menos un 
					médico, un ATS y un administrativo, según fuentes 
					hospitalarias. 
					Pagaron justos por pecadores. Pacientes del Tarajal rayaron 
					los coches de al menos un administrativo, un médico y un ATS 
					del clínico del Tarajal, según revelaron trabajadores 
					sanitarios. 
					 
					El 29 de octubre el sistema informático del Instituto 
					General de Atención Sanitaria (INGESA) dio de baja todas las 
					cartillas sanitarias caducadas y se informó a los afectados 
					de que no se les podría atender hasta que no la renovaran, 
					para lo que era imprescindible presentar una fotografía. La 
					crítica esgrimida desde los centros sanitarios se basó en la 
					precipitación, considerando que hubiera sido mejor haber 
					llevado una campaña informativa más exhaustiva. Al menos 
					15.000 ceutíes están o se han visto afectados a causa de 
					este problema. 
					 
					En el Tarajal, uno de los primeros días, una trabajadora 
					administrativa, ante la avalancha que se produjo, tuvo que 
					gritar a toda la sala: “Señores, yo no trabajo en estas 
					condiciones”. 
					 
					Lo que persiguen saber los trabajadores es si la decisión de 
					dar de baja todas las cartillas fue obra del INGESA o si fue 
					origen de la empresa informática, que, en este caso, hubiera 
					‘puenteado’ al Instituto General de Atención Sanitaria. 
					 
					Si los primeros días el trámite para renovar la cartilla era 
					más farragoso, ahora se ha agilizado mucho, aunque de 
					ninguna manera se da cita con la cartilla caducada. En 
					cuanto al sistema de urgencias, se ha levantado la mano para 
					evitar colapsos y desatenciones.  
					 
					Como curiosidad cabe señalar la de un joven que llevaba 
					esperando tres meses a ser atendido y que, al llegar, se 
					encontró con su cartilla caducada y la imposibilidad de que 
					el médico pudiera atenderle. La madre se plantó en el 
					juzgado para denunciar que no había habido una campaña de 
					comunicación. 
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