Hace una semana que le dediqué
este espacio a Antonio García Gaona; que aún era
presidente en funciones de la Federación de Fútbol de Ceuta
y único candidato que se había presentado para presidir un
organismo cuya contabilidad está bajo sospecha desde hace
muchos años.
Los elogios que hice de él fueron posibles gracias a que nos
venimos tratando desde hace ya muchos años. Y puedo decir
que jamás le he visto perder los papeles. Ni siquiera cuando
no ha salido bien parado en algún comentario (una actitud
que debería aprender el vicepresidente primero de la
Asociación Deportiva Ceuta. Pues buena falta le hace al
club).
Lo cual evidencia que García Gaona actúa con habilidad y
discreción. Y ese saber estar le sirve para granjearse las
simpatías de muchas personas. Siete días atrás, dije que le
tenía afecto, amén de mostrarme ditirámbico con él; con lo
cual me gané los reproches de quienes no comulgan con sus
ideas. Que no son muchos, las cosas como son, pero que están
en su derecho de pensar que Antonio seguirá la línea marcada
por el anterior presidente.
Una línea trasnochada, llena de oscurantismos, y
propiciadora de que en esa federación se haya venido echando
la cuenta de la vieja. Y aunque quiera marear la perdiz al
hablar de esa realidad, García Gaona nunca podrá
convencernos, a quienes no mezclamos amiguismos y
sentimientos con hechos que tienen que ser esclarecidos, de
que los errores de contabilidad se han producido por arte de
birlibirloque.
Sí, Antonio, ya he leído tus primeras declaraciones nada más
ser elegido presidente de la Federación de Fútbol de Ceuta.
Y de los problemas económicos has dicho lo que yo ya sabía,
gracias a que a veces solemos conversar del asunto. Si bien
sigues empestillado en mantener un silencio sepulcral de
cómo se han manejado los dineros de ese organismo, durante
décadas.
Y lo que no entiendo muy bien, tal vez por la estima y
consideración que te tengo, qué ganas tú, Antonio,
impidiendo que la luz penetre hasta el último rincón de una
federación que ha vivido una eternidad en las tinieblas.
Y no lo entiendo, créeme, porque no me valen las
explicaciones que me has venido dando en relación con la
actitud que habías decidido adoptar en cuanto al
esclarecimiento de las cuentas federativas. Y mucho menos
cuando has declarado que la federación que vas a presidir,
con todo derecho, está arruinada. Cuando hace menos de un
año se celebró una asamblea en el Hotel Tryp y se dijo en
ella que existía superávit. En qué quedamos...
Quedamos en que a ti te puede el enorme afecto que sentías
por tu predecesor en el cargo y de quien te gustaría estar
hablando bien durante las veinticuatro horas de cada día; lo
cual te honra, claro que sí; pues faltaría más que te
mostraras desagradecido con alguien que supo entenderte y
darte tu sitio.
Ahora bien, el mejor favor que podrías hacerle a esa persona
es mostrando los libros de contabilidad a quien pueda
revisarlos con el conocimiento y crédito suficientes para
que de una vez por todas se acaben los rumores sobre que en
ese organismo se han hecho las cuentas del Gran Capitán.
Y si tomas esa medida, Antonio, seguro que te apuntarías el
primer éxito en el cargo. Es lo que más deseo.
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