Nunca aspiré a ocupar cargo
político por dos poderosas razones. Primero parque ni me
gusta la política y segundo, casi el más importante, porque
la sabia de mi abuela siempre, al referirse a los políticos
decía “todos son iguales, mande quien mande no hay
diferencias”. Hoy están gobernando unos, mañanas estarán
otros, pero nada cambia. Todo es lo mismos, palabras muy
bonitas, maravillosas promesas, pero todo queda en eso, en
palabras bonitas y maravillosas promesas. Aquel que mejor
sepa utilizar la palabra o sea el mejor orador, llevará una
gran ventaja a la hora de cosechar votos”.
Mi abuela se adelantó al futuro, puesto que ella, murió sin
conocer la democracia. Fiel seguidor de cuantas cosas me
decía mi abuela, no tengo más remedio que agradecer, cada
día, todos los sabios consejos que me permiten adelantarme a
ciertos acontecimientos que van a suceder.
Antes de tocar el tema de esos asuntos que van a suceder,
viendo y comprobando la cantidad de personajillos del tres
al cuarto y politiquillos de medio pelo, que como los pollos
de granja han aparecido gracias a la llegada de la
democracia, no tengo más remedio que darle toda la razón a
mi abuela, en su opinión sobre la política.
Sigo buscando con un candil, como Diógenes cualquiera, el
poder encontrar políticos de talla y, desgraciadamente, son
muy pocos, más bien escasos, los que encuentro. Sin embargo
politiquillos del tres al cuarto esos, para desgracia de los
pueblos que tienen que soportar a esta extraña fauna, no hay
que hacer esfuerzo alguno para encontrárselos en cualquier
esquina, de cualquier calle, del más pequeño de los pueblos
españoles. Y ni te cuento, serrana del alma, lo que abunda
esta clase de fauna en las grandes ciudades.
Toda esta fauna de personajillos del tres al cuarto y
politiquillos de medio pelo, destacan no sólo por su
inutilidad, sino por la especial característica que les
acompañan que no es otra que la dictadura que imponen desde
el cargo que ocupan.
Dictadura que imponen por sus escasos conocimientos
políticos, como única defensa del sueldo que inmerecidamente
ganan y de su total incompetencia.
Si en esa dictadura, que imponen a todos los que están bajo
su mando, no durarían nada porque su propia incapacidad les
llevaría ser el hazmerreír de sus subordinados. De hecho,
algunos lo son aunque haciéndolo por detrás de sus personas
para no verse desterrado a lugares impropios de su capacidad
intelectual, muy superior al inútil que los manda.
Y si algunos de los que están bajo su mando, por méritos
propios, empieza a destacar en la parcela encomendada, de
forma rápida es enviado la ostracismo político, por el
inútil y analfabeto político de turno con gorra y pito con
mando.
El día que toda esta fauna de inútiles y analfabetos no sólo
políticos que los son sino culturalmente hablando
desaparezca, quizás podamos dejar el candil y no seguir
buscando políticos de talla, porque será fácil encontrarlos.
Al recordar esto, no puedo olvidar aquellas frase que
dice:”cada pueblo tiene lo que se merece”.
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