Christian Scott Quintet protagonizó ayer la segunda jornada
del XIV Festival Internacional de Jazz de Ceuta demostrando
por qué es uno de los músicos más sorprendentes surgido en
los últimos años en la generación más innovadora de este
intrincado género. Los cinco ofrecieron talento guiados por
la innovación a la trompeta del joven de Nueva Orleans.
Aunque la propuesta de Nono García era igual de mestiza, el
carácter cañí hizo su actuación más asequible que la de
Christian Scott Quintet. El trompetista sureño, el batería
Jamire Williams, el guitarrista Mathew Stevens, el pianista
Milton Fletcher y el contrabajista Kristopher Keith Funn, o
lo que es lo mismo, el quinteto de Scott, pusieron ayer en
escena sobre el Salón de Actos del Palacio Autonómico una
exquisita sensibilidad y un ferviente deseo de romper las
reglas establecidas por los puristas del jazz.
El trompetista nacido precisamente en la cuna del jazz que
es la ciudad de Nueva Orleans demostró que las nuevas
generaciones pisan por nuevas veredas, sin olvidarse de las
raíces, pero en una continua búsqueda de un estilo propio,
intuitivo, que arrancó minutos de aplausos. De hecho, Scott
aprendió de uno de los mejores, su tío el legendario
saxofonista Donald Harrison, para después ponerlo todo patas
arriba.
El trompetista sureño ofreció temas de su primer disco,
Rewind that –el cual publicó en 2006 con tan sólo 22 años y
está considerado como revolucionario–, pero especialmente
desgranó su último trabajo, Anthem, con el que sigue
apostando por el riesgo.
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