A veces el odio entre miembros de
un partido cuyas ideas sólo se diferencian en pequeños
matices es mayor que hacia los enemigos del partido. A veces
los hombres que van juntos a la batalla se detestan más
entre ellos que al enemigo común.
Lo cierto es que los amigos se encuentran la mayoría de las
veces entre aquellos que comparten el mismo destino, la
misma profesión, los mismos objetivos, pero concluir que es
esa comunidad la que determina la amistad sería un tanto
prematuro.
Los dos párrafos, referente a la amistad, los extraje de un
capítulo de ‘Vidas y destino’: extraordinario libro escrito
por Vasili Grossman; cuya lectura consiguió, en su
momento, emocionarme. Y los he buscado en los documentos de
mi ordenador en cuanto he leído que Javier Martínez,
director provincial de Trabajo con Jerónimo Nieto y
Jenaro García Arreciado, le ha ofrecido a José
Antonio Carracao la oportunidad de integrarse en una
lista para ser alternativa de Gobierno.
Martínez, Inspector de Educación en la actualidad, lo
primero que ha hecho es dirigirse a Carracao para decirle
que se integre en el grupo que él lidera con el fin de
convertirse en secretario general de los socialistas. Cuyo
cargo parecía estar reservado al hombre del que
García-Arreciado proclamara, en su día, que era un crack de
la política. Con lo cual le hizo un flaco favor.
Y a las pruebas me remito: Martínez, a quien no tengo el
gusto de conocer, ha sabido esperar su ocasión para decir de
Carracao lo que ha venido pensando desde hace ya mucho
tiempo; vamos, desde que tuvo la oportunidad de conocerle en
la Delegación del Gobierno, que está muy verde para el cargo
en un momento tan complicado como se presenta para el
partido tras su refundación.
Con semejante declaración, según información de Gonzalo
Testa, Martínez ha comenzado ya a echar por tierra todo
el trabajo que ha venido haciendo Salvador de la Encina.
Ya que, llevado de su legítimo deseo de postularse como
secretario general del PSOE que renacerá dentro de unos
días, no se ha cortado lo más mínimo en airear a los cuatro
vientos que a Carracao le falta madurez política para
convertirse en secretario general. Ha venido a decir, más o
menos, que es todavía poco jinete para cabalgar tan complejo
caballo. Así, más que pequeñas diferencias entre
socialistas, las palabras de Martínez son más que propensas
a meter la cizaña del odio entre compañeros de partido. Y,
sobre todo, seguro que a Carracao le habrán sentado como un
tiro.
El poco peso específico que le concede Martínez a Carracao,
y las ambiciones que muestra, me imagino que no habrán caído
en saco roto. Y mucho me temo que De la Encina, que ya
estaba viendo la luz al final del túnel de la refundación,
exponga en Madrid, cuanto antes, este inconveniente surgido
a última hora y con el cual seguro que no contaba.
Puede ser que Martínez esté jugando la carta de su amistad
con ZP y por ello se haya atrevido a ponerle trabas a la
labor realizada por De la Encina. Y hasta puede que consiga
ver realizado su deseo de convertirse en el hombre más
importante de la calle de Daoíz. Pero tampoco hay que
descartar que desde Ferraz, una vez que el diputado por
Cádiz cante allí por alegrías, le digan al leonés que se
guarde muy bien de propalar su odio a Carracao. Y Martínez,
que es político avezado, sabe lo que significa la disciplina
de partido.
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