No hace nada más que una semana
que hemos entrado en el mes de noviembre y ya tenemos aquí
el “bombardeo” de lo que gustará o harán que guste, en las
ya vecinas navidades.
Está marcado, todo se repite año tras año, con una
puntualidad de reloj suizo, y en cuanto pasa el día de Todos
los Santos, cuando los castañeros y las castañeras están en
plena faena, los primeros anuncios empiezan a poner los
dientes largos a los nenes, y un poco los ojos entreabiertos
a los mayores.
Lo primero que he visto este año, refiriéndome a los
productos que aparecen en TV, han sido varios tipos de
juguetes, que se salen de la propia pantalla. De poco sirve
que hayamos entrado o vayamos a entrar en recesión, un buen
juguete no le puede faltar al niño, ahora bajo la tutela de
Papa Noel, antes y también ahora en la noche de Reyes.
Todavía, mientras estoy escribiendo, no he visto los otros
productos que aparecen en esta época, los dulces típicos del
final de año y de los días primeros del siguiente, pero no
creo que tarden en salir, porque “el Mesías” llega todos los
años en la misma fecha y el anuncio del producto no se puede
retrasar.
Y aquí comienza el quid de la cuestión ¿Es que nos hemos
acostumbrado, tanto, a comprar que no se pueden recortar
esos extras navideños?. Es ley de vida, de peor se pasa sin
problemas a mejor, pero cuando llegan mal dadas cuesta
trabajo, o el personal se opone a que unos politicastros de
las tendencias que sean y con inusitada ineptitud te marquen
lo que tienes que comer o el abrigo que te tienes que poner.
Y es que, simultáneamente a tanta publicidad de productos
típicos de la época y paralelamente al anuncio de los
últimos juguetes, estamos convencidos de que de una forma
críptica se nos va a recomendar austeridad. ¡¡Mal negocio!!,
si llegan esas recomendaciones, porque es estar en
contradicción con lo que propalaban hace sólo un par de
meses, cuando la palabra crisis, para los principales
responsables económicos de este país, sonaba como una
blasfemia en la Capilla Sixtina.
Lo que sí deberían hacer y deseo que lo hagan, es controlar
varias cosas en esta época que se avecina, como esos precios
abusivos en los días claves de las fiestas, sancionando si
es preciso con dureza y sin que les tiemble el pulso, las
calidades de los productos que se anuncian y cuya calidad,
en el mercado, a veces, no se corresponde con lo que
aparecía en la publicidad, y muy especialmente vigilar
calidad, precio y peligrosidad en ciertos juguetes, que no
sabemos por donde entran, no se sabe quien los controla,
pero sí se demuestra, cada año, que, una vez en el mercado,
hay que retirar parte de ellos por el peligro que entrañan
para niños de 3, 4 o 6 años.
Ahí es donde tiene que haber control, en lo otro, en
absoluto, porque bastaría que se nos recomendara no hacer
uso de tales productos y conformarse con cuales, para elegir
aquellos que nos quieran retirar.
Es algo que se da con mucha frecuencia y mientras los
escaparates tengan turrones, mazapanes y demás, se comprarán
como siempre, mientras que cuando logren que esos productos
no aparezcan al público o se racionen las cantidades,
tendremos que mirar hacia atrás, pensar en territorios que
se llamaban libres pero faltaba de todo, y eso a mí, de
momento, no me gusta.
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