El último ataque contra un convoy
de la ISAF (Fuerza Internacional de Seguridad y Asistencia,
comandada por la OTAN) en el frente de Afganistán y en el
que han fallecido dos militares españoles (para ellos
nuestra “gratitud, reconocimiento y admiración”, asumiendo
las emotivas palabras de la ministra de Defensa, Carmen
Chacón), ha vuelto a poner sobre la mesa la “rentabilidad”
del procedimiento. Antes de seguir un matiz terminológico: ¿kamikaces,
guerrilleros, terroristas...? . En el primer caso y durante
la II Guerra Mundial, hablamos de soldados y oficiales
japoneses que, en uniforme y a bordo de aparatos debidamente
identificados, se lanzaban exclusivamente sobre objetivos
militares enemigos en una casuística totalmente diferente de
la actual. Por otro lado quiero separar los atentados
indiscriminados a civiles, puro terrorismo, de los ataques
suicidas contra unidades militares, por lo demás en un claro
escenario de guerra (olvidémonos de eufemismos y ayuda
humanitaria) como es el afgano; el lector podrá aducir, como
en este último caso, que se trata de ataques “terroristas”
al ser además perpetrados por “paisanos”... No exactamente:
trayendo a colación el enfrentamiento de la población
española (los famosos guerrilleros... y guerrilleras,
también clérigos católicos y niños) contra las tropas
napoleónicas, del que este año se está celebrando el 200
aniversario, ¿podríamos definir a aquellos primitivos
insurgentes como “terroristas” siguiendo parámetros
actuales... aunque así fueran percibidos por el ejército
regular de ocupación francés?.
Después de éste preámbulo me centraré en una cuestión: la
“rentabilidad” de los ataques suicidas militarmente
hablando. En la II Guerra Mundial el operativo japonés
“Viento Divino”, letal sin duda, fue incapaz de alterar el
rumbo de las batallas. En Sri Lanka (antigua Ceilán) el
movimiento terrorista de los “Tigres de Liberación Tamil”
(organización de raíces étnicas pero no religiosas) tampoco
ha logrado darle la vuelta a la tortilla, pese a emplear
profusamente el terrorismo suicida en más atentados, hasta
1983 ,que Hamás y la Yihad Islámica: fundados en 1976, “Los
Tigres” iniciaron la década de 1980 utilizando bombas
transportadas por suicidas. Quien si logró un sonoro éxito
en su momento fue la organización filoterrorista shií “Hezbolláh”,
consiguiendo en 1983 con sendos ataques suicidas contra un
acuartelamiento norteamericano y otro francés en Beirut que
las tropas occidentales destacadas en el Líbano decidieran
evacuar sus posiciones. Dejando a un lado atentados
puntuales contra unidades militares (destructor
norteamericano “Cole” en el puerto de Aden, Yemen, octubre
de 2000) así como el conflicto con Israel (en la batalla de
Yenin, abril de 2002, varios suicidas se inmolaron volando
un edificio abatiendo a 15 soldados del “Tsahal”, Fuerzas de
Defensa de Israel) la guerra de Irak primero y la guerra de
Afganistán después han sido los frentes en los que más se
está utilizando como táctica los ataques suicidas,
destacando en noviembre de 2003 el perpetrado contra la base
italiana en Nassiriya, así como la batalla de Fallujah
contra tropas USA en noviembre de 2004.
¿Son importantes, cuantitativamente hablando, los ataques
suicidas contra unidades militares....?. Este asunto lo
abordaremos mañana.
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