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OPINIÓN - DOMINGO, 9 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Madrid-Rabat: Pacto de Estado en la gestión religiosa
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Volvamos al hilo de lo escrito ayer que, guste o no a tirios y troyanos refleja, más que nada, una realidad empírica: Ceuta es actualmente una ciudad en creciente fase de “islamización” (el uso del “hiyab”, quizás también como referente cultural, está más extendido que en Marruecos) y, créanme, no estoy hablando de mera “referencia islámica”. Por lo demás, España en su conjunto es a fecha de hoy tanto reserva estratégica del islamismo extremista (desde luego del marroquí en primer lugar) como campo de batalla del terrorismo homólogo, con un nuevo escenario en ciernes: la recuperación de Al-Andalus y la ofensiva lanzada sobre Ceuta (Melilla queda en un segundo plano). No hay la menor duda de que ya se han dado saltos cualitativos, siendo por desgracia mera cuestión de tiempo que el salafismo yihadista pase a la acción pura y dura como bien sabe hacerlo : por medio del terror indiscriminado.

En este contexto cobra especial relevancia, en Ceuta en primer término, acotar la predicación religiosa (“da’wa” en general, no solo la “jutba” de los viernes) para el colectivo musulmán dentro de parámetros moderados y razonables, con los que pudiera alcanzarse algún entendimiento dentro de la tabla de valores consagrada por nuestra Constitución, controlando y aparcando cautelarmente del control de mezquitas y centros sociales aquellos movimientos islamistas cuyos fundamentos ideológicos suponen una abierta confrontación con nuestros valores constitucionales. Me estoy refiriendo expresamente a los Hermanos Musulmanes y sus herederos, al Tabligh y a la organización radical marroquí “Justicia y Espiritualidad”, todos ellos con tentáculos bien establecidos en España y, dos de ellos, firmemente anclados -con la expresa colaboración y visto bueno de las autoridades locales- en Ceuta donde su presencia, ya a corto plazo, no presagia nada bueno.

Este repunte de la islamización radical en Ceuta y el resto de España, perfectamente constatable para cualquier observador independiente, representa un doble peligro: primero para la estabilidad y seguridad interna en España y, en una segunda fase, para la seguridad y estabilidad interna de nuestro vecino Marruecos: primero como ya indiqué, por ser España el refugio (remito al lector al símil, con las debidas diferencias, del “santuario etarra” francés) de buena parte del islamismo extremista de origen marroquí y, segundo, por la transferencia ideológica radical que puede producirse en el momento de vuelta a su país del colectivo emigrante (vacaciones estivales, Pascual, Ramadán…) y el consiguiente “efecto contagio” entre el marroquí de a pie.

España y Marruecos comparten vecindad y problemas comunes, algunos específicos. España alberga una numerosa colonia de origen marroquí, en la que ha prendido la llama del extremismo; Marruecos acaba de lanzar una segunda reforma religiosa a fin de intentar poner coto a la extensión del islamismo radical, que se está extendiendo por el país como una pringosa mancha de aceite. Una forma de contener, primero y erradicar, después, el islamismo extremista es una colaboración leal y conjunta, con las cartas boca arriba, entre ambos países. Ignoro aun las conclusiones de este fin de semana del “Encuentro de Marrakech”, al que han asistido quince miembros de FEERI y trece de UCIDE (junto una delegación italiana) para hablar del Islam moderado. Pero ya les contaré.
 

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