Se acerca, un año más, la gran
Pascua Musulmana, “Aïd El Kebir”, prevista para el próximo 8
de diciembre. En Europa, este Viejo Continente embarazado
del Islam, la pujante minoría musulmana se presta a celebrar
su gran día. En Francia, Países Bajos pero sobre todo
España, la población musulmana es mayoritariamente de origen
marroquí, lo que representa como ya hemos advertido varias
veces en esta columna unas específicas particularidades.
Básicamente, ¿a quién corresponde la gestión religiosa de
varios millones de fieles…?. Por un lado y partiendo de un
doble criterio político y religioso, Marruecos exige su
derecho de peaje: la nacionalidad marroquí nunca se pierde
y, por otro lado, todo marroquí -y sus descendientes- tiene
un compromiso de fidelidad (cuando menos religiosa) pactada
con su Rey en cuanto que “Amir Al Muomením” (Príncipe de los
Creyentes), máxima figura y referencia del sunnismo malikí,
una de las caras más amables del Islam hoy día. Por el
contrario, ciertas experiencias (la última en Holanda)
llevan a Europa y a un sector de los MRE (Marroquíes
Residentes en el Extranjero, sobre cuatro millones de
personas) a denunciar las injerencias y la utilización de la
comunidad por parte de los servicios de inteligencia
marroquíes. Finalmente, dos detalles para completar el
cuadro: primero el notable avance del islamismo radical en
el seno de la emigración marroquí, refractario y hostil al
Islam moderado sostenido por las autoridades del país e
impulsado por la reforma religiosa de Mohamed VI; segundo,
la infiltración del terrorismo islamista en la población
emigrada, para cuya detección es fundamental la
colaboración, estrecha y combinada, entre los servicios de
inteligencia occidentales y sus homólogos marroquíes.
En este contexto, sin duda complejo y muy fluido, el Reino
de Marruecos ha convocado oficialmente a sus imames
repartidos por Europa (solo una cincuentena en los Países
Bajos…), mientras estudia el envío específico de al menos
doscientos imames (el año pasado fueron 170), algunos de
ellos mujeres, para atender las necesidades espirituales de
la comunidad de origen marroquí cara a la fiesta de “Aïd El
Kebir”. La gestión religiosa de los MRE está repartida entre
el ministerio de Asuntos Islámicos y Habús (a través de un
secretario de Estado) y la Fundación Hassan II para los MRE,
en cuya presidencia de honor figura la princesa Lalla Meriem
(hermana del joven soberano alauí), recayendo el puesto de
presidente delegado en el actual embajador de Marruecos en
España, Omar Azziman. La animación se articula en tres
programas: la enseñanza del árabe (60.000 niños por año),
ayudas sociales en el mes de Ramadán y sostén de imames
permanentes.
¿Y en Ceuta…? El ministerio de Asuntos Islámicos ejerce
cierta influencia en al menos seis centros y mezquitas, así
como sobre una escuela de enseñanza del árabe; los últimos
acontecimientos del final de Ramadán, con la torpe y necia
política de las autoridades locales apoyando expresamente
corrientes del islamismo radical, presuntamente
“españolistas”, ha conducido a un mayor intento de
penetración de los servicios marroquíes. Es decir, una
incompetente gestión ha conseguido justo lo que decía
repudiar: un peligroso avance del islamismo extremista y, de
rebote, una mayor “marroquinización” de la ciudad. Genial,
¿no?.
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