El Diario El Mundo, cada año, cosa
que ya hacía Diario 16, destaca a los españoles más
influyentes de España. En el caso de Ceuta, que es realmente
lo que nos interesa, la influencia se la vienen adjudicando,
sistemáticamente, a Juan Luis Aróstegui, José
María Campos e Iván Chaves; Juan Vivas y Pedro
Gordillo; sin olvidarse, por supuesto, de Manuel
González Bolorino.
El Mundo, con esta información, trata por todos los medios
de decirnos anualmente a qué personas debemos rendir
pleitesías y a su vez cuidarnos mucho de enfrentarnos a
ellas si no queremos sufrir las consecuencias de ese poder
que les otorga el periódico dirigido por el inefable
Pedro J. Ramírez.
A las personas reseñadas, y otras que sin querer se me hayan
quedado en el tintero, las etiquetan como poderosas,
importantes, prestigiosas, respetadas, etcétera. Cualidades
que, seguramente, ejercen muchos efectos sobre los
ciudadanos. Con lo cual muchos de ellos, antes de dar
cualquier paso decisivo, se sienten casi obligados a
consultar a cualquiera de los nominados por periódico tan
reputado.
Tales personas, es decir, las consideradas más influyentes
de Ceuta, deben haberse ganado semejante distinción por
considerar el tribunal que las designa que son arquetipo de
todo lo bueno que se puede dar en el ser humano. Que son
ellas, pues, activas, emprendedoras, inteligentes,
racionales, metódicas, progresivas... y sobre todo porque
están siempre dispuestas a sacrificarse por los demás. En
suma: que están saturadas de bonhomía y son partidarias de
pocas palabras pero de extraordinarias acciones.
Lo cual, en los tiempos que corren, donde Bush ha dado pie,
durante sus ocho años de mandato, a que el mal se extendiera
por doquier, no deja de ser digno de encomio que en esta
ciudad haya todavía personas capaces de actuar cada día con
un desprendimiento que ha ido calando dentro de la ciudad y
que hace ya mucho tiempo que se sabe en el último confín de
la Península.
Y no creo que se pare ahí la cosa, sino que estoy seguro de
que la contribución de estos hombres al devenir
sobresaliente de la ciudad llegará, más pronto que tarde,
hasta el último punto de la tierra. De modo que siempre
deberemos estar agradecidos a El Mundo por divulgar las
excelencias de nuestros personajes.
¿Dice usted que ya está bien de cachondeo y que con el
nombre de Vivas y de Gordillo no se juega así porque sí?
Lleva usted razón, amigo, pero créame que todavía estoy a
punto de enmendar mi yerro. Pues no soy tan tonto como para
no darme cuenta a estas alturas de que en esta ciudad las
personas más influyentes, de verdad, son tres: Vivas,
Gordillo y José Fernández Chacón. Las demás, lo diga El
Mundo o el Washington Post, no dejan de ser recomendadas por
alguien, cada equis tiempo, para que éstas se den su pote
figurando como relleno en un suplemento de tirada nacional.
Ahora bien, si en vez de Vivas gobernara en Ceuta Juan
José Imbroda, éste no permitiría verse rodeado de
figurantes de pacotilla; siempre y cuando atesorara el poder
que atesora en Melilla: donde es presidente de la Ciudad,
del partido y Senador.
Imbroda, con su poder omnímodo sí que es influyente y no
José María Campos. ¿Verdad José María que no voy
descaminado?
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