No pudo ser, el tiempo que parece
que este año está anticipando todo lo que suele traer el
invierno, no permitió que esa fiesta, tan propia, en Ceuta,
tuviera la brillantez y la alegría que tiene otros años.
Malas tienen que ser las condiciones climatológicas, para
que los ceutíes no acudan a “festejar” algo de su propia
tradición, pero este año no podía ser y el personal, casi,
no salió.
Y he dicho CASI, porque a pesar de la lluvia, todavía, hubo
algunos jóvenes y otros menos jóvenes que “se echaron al
monte” y, aunque con las incomodidades que ocasiona la
lluvia, a su manera, festejaron su mochila.
Las informaciones que se han dado indican que el número de
personas que se atrevieron a salir fue de escasamente 300
personas, algo así como el 5% de lo que hubiera habido con
un tiempo un poquito mejor, no diremos que con buen tiempo.
Estaba claro que una acampada con el agua caída en el último
mes, pero especialmente en los dos o tres días anteriores,
sería incómoda y casi imposible, por el fango, el barro y la
situación, totalmente, desfavorable para poder pasarlo bien.
Más de uno, varias decenas, intentaron sortear las
dificultades pero, al final, consideraron que lo más
prudente, lo más cómodo y lo aconsejable era volverse a
casa, para no tener que pasar el día, intentando sacar los
vehículos del barrizal que había en muchas partes del monte.
Por parte de los organismos encargados de que todo
funcionara bien en Ceuta, se había dispuesto un dispositivo,
a tono, con lo que hay otros años.
Los preparativos, oficialmente, estuvieron dispuestos, la
seguridad se estaba controlando, y los incidentes, en esta
ocasión, no existieron.
Algo bueno, pues, tenía que traer ese mal tiempo que dejó en
casa a varios miles de personas que, en otras
circunstancias, hubieran dormido, hubieran comido, hubieran
disfrutado y se lo hubieran pasado muy bien, en plan festivo
en el monte.
El dispositivo que estaba preparado comenzaba desde la
Policía Local, con 41 agentes que estuvieron, a lo largo de
toda la jornada, en activo, hasta una brigada forestal con
10 agentes que controlaban las zonas de interés natural.
Del Plan de Empleo de la Ciudad y de la Delegación del
Gobierno hubo trabajadores en García Aldave y en el Monte
Hacho.
No podía faltar, y ahí estuvieron, veinte voluntarios de
Cruz Roja, agentes del Protección Civil y Bomberos.
Los dispositivos estaban ahí, no hubo necesidad de
intervenciones, pero había que tener todo dispuesto por si
“escampaba” el tiempo, o si aun siendo las condiciones
climáticas adversas, alguien era tan valiente como para
desafiar a la propia naturaleza y se “plantaba” en el monte.
Desde el cuerpo de bomberos se decía que :” No ha habido
ninguna llamada de emergencia importante. Simplemente
algunos coches que han quedado atrapados en el barro y ha
habido que sacarlos. Todo ha transcurrido con normalidad”.
Esto de normalidad es un decir, lo normal es que hubiera
habido mucho personal en el monte, pero, una vez más, la
lluvia fue la auténtica protagonista, para que lo que estaba
programado desde siempre se quedara sin cumplir. Mala
suerte.
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