En su aparente afán por justificar
lo injustificable, que la Unión Demócrata Ceutí (UDCE)
dejase caer a los medios de comunicación y a través de un
comunicado de prensa oficial, no de cualquier manera, que
algún miembro de la Dirección Autonómica del Partido Popular
de Ceuta quería pagar un cocktail celebrado en el Hotel Tryp
con motivo de su Congreso Regional con dinero público, el
primer grupo de la oposición insistió ayer en su disputa
dialéctica con los Populares insistiendo en que nadie les va
a callar. En realidad, nadie quiere o ha dicho pretender
hacerlo. Hasta ahora lo único que el PP ha reclamado del
máximo responsable de UDCE-IU, Mohamed Ali, es un
declaración ante notario sobre lo que Pedro Gordillo ha
considerado, con razón, que puede entenderse como una
sospecha injuriosa y calumniante. Ningún representante del
Gobierno de la Ciudad Autónoma o del partido que dirige su
vicepresidente han instado a Ali a callarse, a no volver a
abrir la boca o a no volver a denunciar hechos que considere
que merecen tal respuesta desde su punto de vista político.
Pero UDCE se ha tomado a la tremenda la respuesta jurídica,
medida y razonable, del PP, y ayer replicó con una nota en
la que enumeraba todas las “lindezas”, según las calificó,
que durante los últimos años han dirigido algunos líderes
del PP a su presidente. Entre otras, las de casi yihadista,
batasuno y factor de confrontación en la ciudad. UDCE
asegura que ninguna de ellas terminó con una rabieta pública
ni con una amenaza de querella de sus máximos responsables.
Es posible que debiera haberlo hecho, porque no son
aceptables semejantes calificativos lanzados sin prueba
alguna de lo que denotan. Como también es injustificable que
Ali dijese hace un tiempo que alguien había “metido la mano
en la caja” (la primera vez que se le denunció) o ahora lo
que ha insinuado sobre el Tryp. Callarse no contribuye a
erradicar el gallinero chabacano en el que a veces se
convierte el debate político local y nadie mejor que la
Justicia para, en caso extremo, delimitar qué excede y qué
no la libertad de expresión.
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