Acabamos de cenar, después de una
tensa reunión de trabajo, cuando el camarero se nos acerca y
deposita en nuestra mesa un platillo con cierta cantidad de
euros… ¡si no habíamos pagado aún la cena! Este despiste se
solventó con la intervención de propietario del
establecimiento que estaba ojo avizor desde el pupitre de la
caja registradora. Señaló al despistado camarero que la
vuelta era de otros clientes. Fuera, un gélido viento
convertía la noche en la más fría del invierno… en pleno
otoño.
Bueno, despistados los hay y habrá siempre. Tantos como ese
diputado pepero que se entretiene en la biblioteca del
Congreso preparando la pregunta que le haría al ministro de
Economía y olvidando presentarse para hacerla.
Para despistes lo que hace la portavoz pepera al acusar al
Gobierno de hacer huelga frente al desempleo, sin darse
cuenta del absentismo de su diputado. ¡Bueno está el patio!
Si los peperos no saben donde dirigir sus dardos después de
los patinazos de sus correligionarios. No nos extraña que
suelten sandeces a tontas y a locas con resultados más que
previsibles –ya lo escribí en un artículo anterior- como son
el fracaso del intento de los dirigentes del País Valenciano
en referencia a la asignatura de Educación para la
ciudadanía en inglés o las tasas de basuras del Ayuntamiento
de Madrid sin olvidarnos de la tremenda metedura de la pata
entera del ex presidente del Gobierno y actual iluminado de
la FAES, Aznar, en referencia al cambio climático. Menuda
parida.
Pero la auténtica parida es la realizada por la diputada
pepera Salom con un patetismo que se cae de espaldas.
Preguntar por la vivienda del anterior director general de
los cuerpos de seguridad del estado… cuando hay tantos
problemas sin resolver, me parece una parida despistada.
Mayor despiste el que ocurre en nuestro país con los
Presupuestos, tanto estatales como autonómicos o simplemente
locales.
Mucha gente discute sobre los mismos, ya sea en los plenos,
en la barra del bar o en plena calle, sin tener pleno
conocimiento de lo que se cuece. Es sorprendente que mucha
gente acate la rapidez con la que se ha comprometido enormes
cantidades de recursos para el rescate financiero sin pensar
que sería tachado de insensato, cuanto menos, por esa
propuesta de tal calibre.
Vemos que crecen las trabas con serias dificultades
económicas para las previsiones en defensa de la autonomía y
atención a la dependencia, aparte de anunciar recortes muy
significativos en bastantes áreas… por lo que, simplemente,
me marea oír hablar de las enormes cantidades de fondos
destinados a reducir la crisis financiera.
No sabemos concretamente en qué se han gastado esos
recursos, ni siquiera conocemos los efectos que han tenido o
tendrán.
No existe suficiente información, ni siquiera para los
políticos, con la que poder relacionar valores y prioridades
de los presupuestos, ni podemos comparar resultados con la
mejora de la calidad de vida. Son paridas de trileros, a los
que les interesa más salir en la foto que preocuparse por
discutir cual es el verdadero destino de esos fondos. Este
despiste puede costarnos caro a los ciudadanos.
Entretanto son absueltos los jóvenes que quemaron
fotografías de los Reyes, la Reina de España cumple años y
destapa algunas declaraciones que no tienen desperdicio. Lo
malo viene después con el precedente judicial en la mano…
ahora no tendrán miedo para quemar fotos de quienes quieran.
Mientras sean simples fotografías, papeles que se apagarán
como expresa Doña Sofía, estaremos tranquilos porque si se
les ocurre usurpar el papel de la Santa Inquisición…
Lo sencillo, lo ecuánime, lo mejor… no es para tanto si sólo
necesitamos garantías de un seguro básico en la vida: cama,
ropa y comida. Es la única fórmula válida para cambiar el
caótico sistema capitalista y el consumismo en un modelo
social sostenible. Sobran despistados a sabiendas, sobran
malas paridas con mala leche cuajada y quedamos nosotros,
los ciudadanos trabajadores, con unos palmos de narices
planchados.
Sigo meditando sobre las pensiones, entre ellas la mía, y si
el IPC está en el 3,6% la cesta de la compra está en el 11%,
lo que significa que alguien nos está quitando la camisa y
con el precio del petróleo bajando pero que no se nota a la
hora de poner gasolina.
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