El pasado viernes y tras 252 días
de secuestro, dos turistas austriacos capturados en Túnez el
22 de febrero por la organización terrorista Al-Qaïda en el
Maghreb Islámico (AQMI) eran al fin liberados en la zona del
Sáhel, pasando a quedar bajo la protección del ejército de
Malí. Ni es la primera vez ni será la última en que
ciudadanos occidentales son secuestrados por grupos
salafistas yihadistas, con la intención de canjearles por
dinero y extremistas presos en diferentes países: así, en
febrero de 2003 el GSPC capturaba a 32 ciudadanos
occidentales el sur de Argelia, la mayoría turistas
alemanes, liberándolos posteriormente tras el pago de un
cuantioso rescate; en enero de 2006 cinco italianos eran
secuestrados en Yemen y, en septiembre de este año, once
europeos y ocho egipcios de turismo en el Alto Egipto eran
raptados por bandas libanesas. Ésta vez y con los ciudadanos
austriacos, parece que los captores exigían primero la
puesta en libertad de al menos diez terroristas encarcelados
en Túnez y Argelia, rebajando luego las condiciones al pago
de un rescate de 5 millones de euros.
El Sáhel (en árabe “borde”), una franja de 4 millones de km2
bajo severas condiciones climáticas semiáridas (la media
pluviométrica anual oscila entre los 100 y 350 mm. anuales)
y que se extiende, de oeste a este, entre el Océano
Atlántico y el mar Arábigo, es hoy refugio de campos
terroristas móviles vinculados a la nebulosa de Al-Qaïda,
con tres núcleos o epicentros de cierta importancia: uno al
oriente, en Sudán; otro al norte del Chad; y finalmente el
último al este, en el triángulo delimitado por Mauritania,
Argelia y Malí. Agrupados en campamentos móviles a fin de
evitar el seguimiento electrónico particularmente por los
EEUU, el triángulo occidental del Sáhel es, junto a
Afganistán y ciertas regiones de Pakistán, una de las
regiones del mundo que el salafismo yihadista pretende
“liberar” para utilizarlas como base, operando en ella desde
hace años en campos itinerantes que utilizan como
entrenamiento para células yihadistas de todo el mundo. En
el Sáhel occidental se viene combatiendo desde hace años,
como ya tuve ocasión de adelantar durante 2002 en las
páginas de la revista especializada en temas militares “War
Heat”; el 8 y 9 de marzo de 2004 el ejército del Chad, con
apoyo logístico de un avión P-3 “Orión” de la VI Flota USA
destacada en el Mediterráneo, emboscaba en la frontera del
Níger a una columna del GSPC; en contra, 17 soldados
mauritanos caían en junio de 2005 en Lemgheity, al noroeste
del país, abatidos por una célula fuertemente armada del
GSPC. Los Estados Unidos, a través de su programa de
asistencia “Pan Sáhel” reconvertido luego en la “Iniciativa
Transahariana Contraterrorista” (TSCTI), han decidido
implicarse directamente apoyando militarmente a los Estados
de la región; en el operativo “Flintlock-2005”, mil
efectivos de las fuerzas especiales norteamericanas fueron
desplegados en un ejercicio combinado junto a tropas amigas.
La situación en el Sáhel es delicada y volátil. Desde España
mismo, células terroristas captan a simpatizantes para
enviarlos a campos de entrenamiento de la región; tal era el
caso de la célula desmanteladas en Barcelona el 26 y 27 de
junio de 2007. Urge una colaboración estrecha, primero entre
los países afectados en y al sur del Maghreb y, luego, entre
éstos y Europa.
|