Eva Almunia, secretaria de Estado
de Educación, ha afirmado que el hablar dos lenguas no debe
ser causa de fracaso escolar y lo basa contestando y
aseverando que “el Estatuto de la ciudad” reconoce
únicamente el castellano como lengua oficial, “por eso
nuestra obligación es que la educación se imparta en esa
lengua”. A partir de ahí, a no ser que haya sido un ‘lapsus
lingüe’, mejor es echarse a temblar.
Cierto es que, como dice Almunia en una entrevista concedida
a EL PUEBLO, el hablar dos lenguas no debe ser causa de
fracaso escolar. No son pocos los ejemplos de colegios
bilingües en los que los estudiantes alcanzan perfectamente
los objetivos que están marcados por las distintas
autoridades educativas [cada comunidad tiene la suya], por
lo tanto, sin tener que ser bilíngües oficiales, la realidad
ceutí en su evolución hará imperar una metodología propia en
el que, curiosamente, la inmersión lingüística deba ser un
recurso adaptado a la necesidad constitucional de que en
Ceuta como en el resto de España la lengua vehicular sea el
castellano.
Como siempre, Ceuta deberá ser esa probeta necesaria para
corregir errores en el resto de territorios regionales donde
la llegada de la inmigración provoca cuestiones similares,
sólo similares a las de aquí.
Dice la secretaria de Estado que sería bueno que los
docentes conocieran las raíces culturales de todos sus
alumnos cuya lengua materna no es el castellano. Bien está
que así sea, aunque difícilmente puede encontrarse a un
profesor ejerciente en Ceuta que no conozca la raiz cultural
de los alumnos de confesión musulmana, de los de la hebrea,
la hindú o la cristiana. Sencillamente porque es el pan
nuestro de cada día.
Del mismo modo que el hindú habla en privado en inglés sin
que por ello se menoscabe el éxito escolar de sus hijos, los
que en privado hablen otra lengua, idioma o dialecto
distinto al castellano [vehicular en España], no debe
ocurriles cosa distinta.
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