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OPINIÓN - SÁBADO, 1 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los plenos son para dormirse
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Si el aburrimiento prevalece en los plenos es prueba palpable de que el Gobierno está haciendo las cosas mejor que regular. Pero los hay que siguen sin percatarse de ese detalle. Y tratan por todos los medios de exigirle a Juan Vivas que se complique la existencia ante una oposición que apenas puede levantar la voz en contra de quienes disfrutan de una mayoría absoluta.

El que una sesión plenaria, como la del jueves pasado, transcurra de manera tediosa y originando bostezos sonoros a cada paso, tiene un solo peligro: que algún diputado del PP se ponga a sobarla de la misma manera que ya le ocurrió al presidente del consejo de Administración de Radio Televisión Ceuta. Sí, hombre, fue Jaime Wahnon a quien le cupo la mala suerte de ser seducido por Morfeo y entregarse en los brazos de éste, ante la sorpresa y el disgusto del presidente de la Ciudad.

Me consta que a Jaime no le gusta nada que se recuerde cómo se dejó llevar por el hastío que reinaba en la sala y se puso a dormitar con la felicidad que le había producido ver su sueño realizado: por fin, ya era diputado de la Asamblea. Un premio que parecía no iba a recibir nunca cual pago a sus muchos años de militancia en el partido.

Lo que no sabía, entonces, mi estimado Wahnon es que su dormitar era el mejor favor que le podía hacer al gobierno del cual forma parte. Ni él ni ninguno de sus compañeros de bancada, incluido Vivas que estuvo unos días poniendo cara de estreñido por la mala imagen que creyó había dado el hombre fuerte de la televisión pública. (rectifico: el hombre fuerte de la televisión pública, por encima de todos los gobernantes, sigue siendo Manuel González Bolorino, todavía). Hasta que, en momento adecuado, alguien le dijo a Vivas que el primer requisito de un alcalde es ser aburrido. Y, si es posible, tener la habilidad suficiente para contagiar el aburrimiento entre propios y extraños.

Y el presidente, que las coge al vuelo, comenzó a darse las mejores trazas para que en los plenos reinara el sopor por encima de todo. Y su ejemplo cundió bien pronto: cada vez que le tocaba intervenir a Inmaculada Ramírez, portavoz socialista, las palabras de ésta sonaban a nana y el habitáculo parecía estar acogiendo un concurso de ronquidos. Y así continúa ella su enorme labor de oposición.

Mohamed Alí, sin embargo, ha tardado más tiempo de lo previsto en caer en las redes de la pereza, de la rutina, del decir muchas cosas insustanciales... En suma: de convertirse en un político a quien le está pudiendo la monotonía. Aunque, por lo leído y oído acerca del último pleno, parece ser que sus intervenciones han demostrado que si no se ha dormido en esta ocasión, será en la próxima cuando podamos verle estar en siete sueños.

Porque llevar al pleno una moción como la que ha llevado, en la cual se queja de que en la oficina de su Grupo Parlamentario no se pueden recibir llamadas telefónicas ni faxes y además carecen de ordenador, me parece más bien un asunto de intendencia interna. Y nunca proposición interesante para exhibirla desde el banco de la oposición.

Lo malo del asunto, créanme, no es que Alí termine imitando a Wahnon, sino que acabará también por dormir a los periodistas. Menudo logro el de Juan Vivas y los componentes de su gobierno.
 

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