Transito la calle con el ferviente
deseo de encontrarme a quienes puedan facilitarme datos para
levantar esta columna. Cumplir esta tarea diaria necesita de
lecturas y de hablar con unos y otros. De modo que cuando se
me presenta la oportunidad de conversar con Pepe Mata
y Juan Carlos Pérez, por ejemplo, ya sé que tengo
casi resuelto mi compromiso.
Mata y Pérez sí que forman un tándem estupendo. Son dos
sindicalistas que caminan siempre juntos y que se entienden
a la perfección. Y además se compenetran tan bien cuando
pedalean a favor de las causas defendidas por ellos, que si
uno está hablando el otro guarda el más respetuoso de los
silencios.
El miércoles pasado, tras leer las eufóricas declaraciones
de ambos, relacionadas con el acuerdo alcanzado en sus
negociaciones con el consejero de Hacienda, Francisco
Márquez, me di cuenta de que los dos ugetistas le
estaban haciendo a Márquez el mejor de los artículos.
Una percepción que tuvo su confirmación más tarde cuando
hallé a Carlos y a Pepe en pleno centro y nos pusimos a
pegar la hebra acerca de esas negociaciones sobre
reivindicaciones retributivas que llevaban estancadas
durante mucho tiempo y que habían sido motivos de discordia
entre los sindicatos y el Gobierno de la Ciudad.
Los dos confesaron que la actitud que habían encontrado en
el consejero de Hacienda fue muy distinta a la que tuvieron,
en su momento, tanto Vivas como Gordillo. Y
los elogios para Márquez fueron saliendo sin solución de
continuidad durante el tiempo que duró nuestra charla al
respecto. Y, en un momento determinado, deduje que el
consejero está viviendo el momento más dulce de su carrera
política.
Pero, siempre un pero por delante, mucho cuidado habrá de
tener FM, en estos momentos, puesto que cuanto más lisonjas
reciba por parte de los sindicatos mucha más envidia irá
acumulando entre los suyos. Entre esos suyos que,
últimamente, están padeciendo el azote de los sindicalistas.
Y si no que se lo pregunten a Ángel Javier Díez Nieto
y Yolanda Bel. Ambos asaetados a cada paso por las
centrales sindicales. Menos mal, y nos alegramos por él, que
José Antonio Rodríguez está, que toque madera por si
acaso, pasando más que inadvertido en estos momentos. Por
más que se siga hablando y mucho del comportamiento de
algunos componentes de la UIR.
A la consejera de Medio Ambiente no dejan de sacarle las
tiras de pellejo. Y todo porque ella, como mujer hacendosa
que es y limpia como los chorros del oro, ha estimado
conveniente reformar su despacho. El cual por lo que se dice
estaba ya en un estado lamentable. Vamos, cayéndose a
pedazos. Y decidió acometer la obra de remozamiento por sólo
la módica cantidad de 15.000 euros. Una cantidad
insignificante, según el presidente de la Ciudad, que ha
facilitado que los demagogos de turno hayan salido a la
palestra gritando tonterías de tres al cuarto.
En realidad, quienes se rasgan las vestiduras por el gasto
realizado por la consejera en adecentar las oficinas de
Medio Ambiente y así lo proclaman, están convencidos de que
su denuncia carece de importancia y poca inquina va a
suscitar ésta contra la portavoz del Gobierno. Si bien
reconocen que escribir un día a la semana es muy difícil y
mucho más si la imaginación es escasa. ¿Verdad?...
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