Cabe destacar que este fin de
semana pasado resultó ser una puesta en escena inolvidable
del Señor de las Tinieblas, Eolo, el que domina los vientos,
y ese otro que hace a su antojo los cambios climáticos, cuyo
nombre no recuerdo aunque lo tengo en la punta de la lengua.
Del magnífico fin de semana que pasé en el Montnegre a lo
que es hoy media un abismo.
Las tormentas nunca me han gustado vivirlas, verlas bien
resguardado es otra cosa, y cuando hablo de tormentas me
refiero a las de todo tipo y calaña.
Para tormenta la de la diosa Fortuna que parece haber
abierto la caja de Pandora soltando todos los horrores de la
crisis… horrores para el ciudadano normal, no para los
cresos.
Un caramelo, que se diluirá fácilmente, hemos recibido de
nuestro vicepresidente segundo: dos añitos para seguir
mangando impuestos hasta que podamos comprar la vivienda, la
dichosa vivienda. ¿Eso es lo que se le ocurre al Gobierno?
No me podrán negar Vds. el tremendo acierto que tuvo un
artículo de opinión mío, publicado en la prensa tiempo ha,
sobre el “ladrillo”, por favor, ahora no me vengan con
excusas… para mí baratas.
No ha ido mal la cosa, ha ido peor. El ciudadano está solo
ante el peligro. Rodeado por todas partes por cuervos
cerdosos que los persiguen hasta convertirlos en pingajos
humanos, no encuentran otra salida si no es una huída hacía
adelante.
Las mafias reclamadoras, con matones en nómina, se están
explayando a gusto amenazando a ciudadanos ahogados por el
propio sistema. Un sistema que no tiene nada que envidiar al
timo de la estampita porque de estampitas vive el sistema.
Mientras los especuladores de la Bolsa revientan a diarreas
diarias los bancos siguen obteniendo beneficios que van a
parar al arcón de los inconmovibles, los empresarios se
rasgan las vestiduras en público y despiden a trabajadores
en privado. ERE aquí, ERE allá… suspensión de pagos que te
di. Entretanto el petróleo ya me llega a la altura de la
rodilla.
La ilusión no se la podemos quitar al ciudadano normal, los
otros ciudadanos no tienen ilusiones tienen ambiciones
avariciosas, y seguirá metiendo su dinero y su esperanza en
un punto que cierto día le traerá una fuerte desilusión y
con ello una mayor depresión. He escrito depresión, no
recesión.
Si el caramelo gubernamental reconforta a unos, bien está
que lo sea. Pero… ¿cómo es que han estado cuatro años sin
tener la vivienda y ahora esperan ilusos otros dos cuando
las cosas están que arden? ¿A qué jugamos, señores del
Gobierno? ¿Esperan atraparlos cuando tengan una buena
cantidad por deber a Hacienda, por eso de las deducciones y
con ello rematarlos definitivamente?
Oscuro está el cielo, como oscuro veo el panorama económico
actual, con afectados por la crisis que aún no está
claramente definida. Es una crisis inventada por oscuros
señores con intereses más oscuros aún. No pasa nada,
echémosle la culpa al Bush y quedemos tranquilos… con el
mazo iba yo dando.
Lo que me molesta de verdad, lo que más tirria me hace es el
cinismo de los señores del PP. Patibularios como ellos solo
saben serlos, cargan contra el Gobierno con sandeces que ni
ellos mismos se las creen… eso de exclamar que el Gobierno
piense menos en los banqueros y más en los españoles es una
finta tramposa que se caen de espaldas por el impulso dado.
¿Los banqueros no son españoles? No sabía yo eso. Si los del
PP gobernaran harían muchísimo más por los banqueros y no se
preocuparían, en absoluto, por los ciudadanos. Eso es:
ciudadanos. Parece que a los peperos les cuesta mencionar
esa palabra que no es mágica: ciudadanos.
Arreando iremos si nos gobierna un partido que no tolera la
transigencia ni a su propio padre, que es Fraga, y capaz de
mandar a tomar por culo a sus aliados en cuanto una
hormiguita se desvíe del camino trazado hacia el hormiguero.
Indescriptible esa voluntad de romper la democracia cuando y
como quieran. Es un partido que no está para arrimar el
hombro… suelta la coz y demasiado cerca.
Eso de la coz me recuerda aquellos tiempos escolares en que
cantábamos en rueda: “Coz que le dio Periquillo al jarro,
coz que le dio que lo derribó” cuando queríamos echar fuera
a uno.
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