Semanas atrás fui invitado a una
copa de vino español, motivado por la celebración del día de
la Guardia Civil. Y estuve, durante muchos minutos, formando
parte de un grupo donde la charla transcurrió por diferentes
cauces. Se tocaron varios asuntos, casi todos ellos carentes
de importancia; pero que con un catavino por delante
adquirieron la alegría suficiente para que afloraran las
risas.
De aquella conversación ligera e intranscendente, creo
recordar que resalté la frase del presidente de la Ciudad:
“Me gustaría ser delegado del Gobierno en Ceuta, teniendo un
alcalde como Juan Vivas”. Y lo hice porque me pareció
una afirmación que merecía ser destacada.
Aunque hubo otros comentarios muy sabrosos que se me
quedaron en el tintero. Uno de ellos se me ha venido a la
memoria en cuanto he leído que Francisco Márquez y
los sindicalistas comisionados al efecto, han terminado
poniéndose de acuerdo en cuanto a las reivindicaciones
retributivas de los funcionarios municipales. Ya era hora.
Aleluya, pues.
Vayamos con lo que se habló en relación con el consejero de
Hacienda. De quien se dijo lo poco dado que es a dejarse ver
en ciertas cuchipandas institucionales. Lo cual propició que
alguien se lo achacara a su timidez. Dejando abierta una
puerta a la discusión. A mí que me registren, respondí. Ya
que jamás he hablado con él.
Luego, salieron a relucir cuestiones acerca del vestir. Y de
cómo las mujeres más sobresalientes de la vida política
renuevan su armario cada dos por tres. Y se pusieron
ejemplos de Ana Mato, Soraya Sáenz, Bibiana
Aido, Carmen Chacón, De Cospedal, etc.
De pronto, una señora volvió a la carga: los hombres tampoco
nos van a la zaga en este aspecto. Precisamente, habéis
hablado de Paco Márquez, a quien considero que se viste con
sumo gusto. Y además luce todo lo que se pone. Con lo cual
se comenzó a opinar de la moda. Y a mí se me ocurrió citar
de memoria lo siguiente:
-Un hombre debe ofrecer el aspecto de haberse comprado la
ropa inteligentemente, habérsela puesto con esmero, y a
continuación haberse olvidado de ella.
Y la señora que había opinado, hacía nada de Márquez, no
dudó en decirme que mi definición sobre la moda encajaba
perfectamente con la forma de llevar FM la ropa, sin que
nadie osara rebatirle lo dicho.
Que Francisco Márquez sea tenido por árbitro de la elegancia
local, puede que sea merecido. Y hasta sería conveniente que
no se les llevase la contraria a quienes lo tuvieran ya como
si fuera lo más parecido a aquel Petronio que
organizaba los espectáculos que tenían lugar en la corte de
Nerón. Incluso tampoco estaría mal que se dijera que
su figura, la delgadez es signo de elegancia, está siempre
presente cual signo de distinción entre sus compañeros de
partido.
Pero lo que no estoy dispuesto a oír más, si no es con
derecho a quejarme con todas las de la ley, es que digan del
consejero de Hacienda que, durante las conversaciones con
los sindicatos, ha dado talla de político con quien es un
placer negociar en todos los sentidos. O sea, que de la
noche a la mañana, ha pasado de ser Paco ‘El figurín’, a
poco menos que una especie de estadista. Ni tanto ni tan
calvo, coño...
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