Debemos tener cuidado con la
expresión, no vaya a ser que venga algún “progre barato” de
esos que ahora abundan tanto y nos tilden de racista.
Por eso voy a explicar que mi columna de hoy, y no puede ser
de otra forma, va encaminada a los árbitros, esos “parientes
pobres” de la familia millonaria del fútbol.
He dicho, y lo repetiré mil veces, que es una función
difícil la que desempeñan los árbitros, y por eso debieran
tener una formación especialísima ad hoc, cosa que, a veces,
da la impresión que no tienen, si nos fijamos en los
constantes errores, gravísimos, muchas veces, que cometen.
Hoy, en un ambiente tan profesionalizado como es el del
fútbol, nos encontramos con que en los dos elementos claves
de la administración y dirección del fútbol no hay unos
profesionales super preparados. Me estoy refiriendo a la
mayor parte de los directivos y a los árbitros.
Es cierto que los equipos grandes, por debajo de esa capa
plateada que representa el grupo de directivos, suelen tener
profesionales de la administración, de la imagen o de las
finanzas que van orientando el día a día de la entidad.
Sin embargo, toda esa labor puede romperse en tres horas, si
el presidente de turno es un “echao palante” y quiere
lucirse en cualquier fiesta con sus amigotes planteando un
fichaje fantasmagórico que puede dejar sin telarañas la caja
del club.
Esto ha traído las quiebras, más de una fraudulenta, de
entidades que habían sido “santo y seña” del mundo del
balón.
Ahora ya, y en esto se puede avanzar, el convertir muchas
entidades, en sociedades anónimas, en las que se quiere
ganar dinero, cuando uno se lo está jugando, puede atenuar y
reducir el número de fantasmas y fantoches que tenían como
único objetivo figurar y salir en los papeles.
La cuestión arbitral es otra. De momento es la parte
técnica, que desde fuera dirige los encuentros. Es algo
especial, y mientras un encuentro fue el enfrentamiento de
colores, el problema, incluso en caso de errores, era menor.
Sin embargo, ahora hay más que un enfrentamiento de colores.
Hoy hay en juego miles de millones, dignidades,
representaciones de territorios y ..., pues bien, todo eso
se pone en manos de expertos, sí, pero aficionados. Y no es
que no cobren, porque hoy por hoy un árbitro de primera
división puede ganar al año más que un catedrático de
universidad y ¿Qué se le ha exigido?. Comenzar con afición,
saltar luego a categorías inferiores, para ir ascendiendo
más tarde, no tanto por méritos reales, cuanto por el peso
de ciertos comités y por el equilibrio de que si uno tiene
uno, que el otro no tenga tres.
Así sucede que no están los mejores arriba, ni se hace
internacionales a los mejores, con lo que todos los
domingos, y eso arriba, tenemos multitud de problemas,
errores incomprensibles y, al final, personas que no van a
tener responsabilidad por el daño que hayan podido ocasionar
con sus desaciertos, son los que están marcando unas pautas
que acarrea pérdidas o ganancias muy sabrosas.
En los últimos 30 años ha habido muchos cambios en el
fútbol, tácticas, entrenamientos ... material más
sofisticado. Para el árbitro las nuevas técnicas no han
llegado aún.
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