El día 27 de octubre [de 2007] su periódico publicó la
noticia del fallecimiento de una “anciana” de 73 años al ser
atropellada por un taxista. Hoy hace un año de ese suceso y
quisiera que por favor me dejaran ponerle nombre a esa
mujer, que era mayor, pero no anciana.
Ella tenía ganas de vivir, era autosuficiente, viajaba
siempre que podía para estar con su familia. Disfrutaba y
era feliz con las pequeñas y grandes cosas que la vida le
iba dando. Amaba a sus hijos, pero sobre todo adoraba a sus
nietos. Lo daba todo y no pedía nada.
Aunque no nació en Ceuta, pasó aquí la mayor parte de su
vida. Quería a esta tierra y a sus gentes. Le gustaba
caminar por sus calles y ver el cambio que su ciudad había
experimentado en los últimos años. Decía que olía a mar y a
flores.
Era una persona justa y de convicciones profundas que no
comprendería que después de un atropello donde ha fallecido
una persona y donde se han producido más accidentes las
autoridades no hayan hecho nada para que ese punto negro sea
controlado con unos simples semáforos.
Tampoco entendería que le señor Vivas haya faltado a la
promesa que hizo a sus familiares en el mismo tanatorio y
ante su cuerpo presente.
No entendería que los medios de comunicación locales, que
juegan un papel tan importante en muchas de las decisiones
que finalmente salen adelante en cualquier ciudad tampoco
hayan hecho presión para que esa zona conflictiva sea
controlada y nunca más vuelva a ocurrir algo tan horrible
como lo que le ocurrió a ella.
Pero aunque nada de esto le parecería justo encontraría una
justificación para estos actos y los perdonaría.
Esta mujer de la que estoy hablando se llamaba Fidela
Herrero Gañán y era una gran persona, pero sobre todo era mi
madre.
|