Mohamed Alí e Inmaculada
Ramírez deben fiscalizar cuantas acciones emprendan los
gobernantes locales. A fin de que éstos sientan en la nuca
el aliento de quienes buscarán por todos los medios
encontrar la menor prueba de irregularidad para airearla a
los cuatro vientos.
La oposición está en su perfecto derecho de ir socavando la
estabilidad del Gobierno presidido por Juan Vivas. Cuanto
mejor sean los políticos de la oposición más confianza
tendremos los ciudadanos acerca de que los miembros del
gobierno están controlados. De lo contrario, muchos de ellos
podrían hacer de su capa un sayo. Y aun así...
Pero también es tarea de la oposición analizar detenidamente
hasta qué punto les merece la pena denunciar porque sí a
quienes gobiernan. Tal vez porque tema, si no lo hace, ser
tachada de débil o de no enterarse de nada de cuanto
acontece en la ‘Casa Grande’. Y, desde luego, para no dejar
de salir en los medios. Pues los políticos saben, y mucho
más quienes no se sientan en la bancada del poder, que sin
ocupar espacio en los medios están perdidos.
Las denuncias de los adversarios de quienes gobiernan,
incluso las más nimias, han de estar revestidas de cierto
interés general y hasta deben contar con un porcentaje de
credibilidad elevado. De no ser así, su propalación más que
ayudar a la causa de los oponentes pueden situar a éstos en
el camino del efecto bumerán.
Verbigracia: Mohamed Alí proclama, en una nota de prensa,
según le leo a Gonzalo Testa, que ha pedido al Hotel
Tryp la factura del pago de la comida de los compromisarios
del PP, celebrada el sábado pasado. Lo cual no me parece
mal. Pues conviene que UDCE-IU meta la cabeza en ese asunto
para evitar que cualquiera hubiera pensado en alguna
componenda para hacer posible que la comida de un acto del
partido la terminaran pagando los ciudadanos. Hasta ahí todo
iba bien.
Aunque, por lo leído, a Alí le parecía que una denuncia así,
tan escueta, no merecía la pena trasladarla a la calle. Y
decidió añadirle una secuencia que le diera a su escena
política –de oposición- un interés desmedido. Y lanzó el
siguiente mensaje: Pedro Gordillo y Guillermo
Martínez han estado a punto de llegar a las manos el
sábado pasado, porque uno de ellos quería pagar la comida de
compromisarios del congreso del PP en el Tryp con “dinero
público”.
Sin percatarse el hombre fuerte de la oposición municipal,
MA, que lo de la pelea no sólo sobraba sino que, además,
ponía en entredicho el conocimiento que él pueda tener, que
será muchísimo, de quien es quien dentro del PP y,
concretamente, del Gobierno.
Veamos: si a Gordillo se le hubiera pasado por la cabeza
pagar la comida del sábado pasado, celebrada en el Tryp, a
su manera, a lo mejor el consejero de Economía y presidente
del Consejo de Administración de la sociedad pública
propietaria del Tryp, hubiera intervenido para aconsejarle
sobre la conveniencia de si esa fórmula era la más adecuada
y... nada más.
Pero tratar de hacernos creer que Martínez, un peso ligero
dentro del partido, estuvo a punto de cruzar sus guantes con
Gordillo, quien da en la báscula como semipesado -válgame el
símil boxístico-, es querer contarnos el cuento del alfajor.
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