Decía la sabia de mí abuela, que
cuando me daba por pensar, sólo se me ocurrían tonterías. Y
debe ser verdad, cuando le decía mí abuela, porque me he
pasado la vida pensando. La ventaja que tengo, sobre todo
esos politiquillos de medio pelo, es que yo pienso, otros
alfalfas.
El sábado, día que me viene como anillo al dedo, pensando
que al día siguiente es fiesta, como no tenía nada mejor que
hacer, pues me dediqué a pensar. Y no tuve mejor cosa que
hacer que pensar en solicitar los certificados de defunción
de todos los emperadores romanos que se cargaron a tantos
cristianos echándoselos a las fieras. No me puede negar
nadie, que eso es un crimen contra la Humanidad.
De todos ellos hay uno, Nerón, que se cargó a un paisano
nuestro Seneca, después que le había enseñado todo cuanto
sabía. El desgraciado, no era ni agradecido y, además
incendió Roma, mientras cantaba “Mi carro me lo robaron…”.
Canción, siglos después, que alcanzó gran popularidad
cantada por Manolo Escobar. Este tío no se me escapa,
En cuanto me manden el certificado de defunción, me entrego,
en cuerpo y alma, a llevarlo ante quien sea para que le
declaren culpable de todos los crímenes, incluso del que
cometió al canta “Mi carro…”, con lo malo que era cantando.
También quiero decir y digo, que no es el único personaje
del que he solicitado el acta de defunción, igualmente he
solicitado el de Atila que el tío era un bárbaro
Comprendo que aún es pronto para que me envíen ambas actas
de defunción de este par de personajes. Mientras buscan en
los archivos antiguos, me puedo quedar esperando hasta el
siglo Veinticinco.
Me da igual, como no tengo prisa, espero todo el tiempo que
sea necesario, peros estos dos se acuerdan de mí y del daño
que le hicieron a la Humanidad de los humanos. Tanta leche
de echar a los leones a los cristianos, cargase a Seneca o
ser todo un bárbaro cargándose a todo bicho viviente.
Y si he cometido el error de solicitar el acta de defunción,
de ambos personajes y resulta que no han muerto. Ni te
cuento serrana del alma, la metedura de pata que habré
metido por dedicarme a pensar. Ya me lo decía la sabia de mí
abuela, que lo mío, no era pensar sino dejar el mundo
correr, evitando decir tonterías.
Claro que a lo mejor tratan de engañarme para salvar a ambos
dos y por eso no me han enviado aún los certificados de
defunción. Me da igual, me personaré en persona en Roma y
hablaré con los estén vivos de aquella época.
Por cierto, acaba de llegarme sobre con cosa de Atila. Me da
la sensación de que me están tomando a broma, con eso de
solicitar el acta de defunción de ambos dos. Me envían una
bolsita con unos polvos dentro y una nota que dice: “lo
mejor para los nervios”. Y a continuación, modo de empleo.
“caliéntese agua vuélquela sobre un vaso e introduzca la
bolsita en el mismo, seguidamente haga un movimiento
vertical cogiendo el hilo del que pende la bolsita. Me da la
sensación que me está tomando por gilipollas.
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