Es muy difícil expresar lo que se siente la primera vez que
uno empieza un vuelo. Supongo que hay que ser poeta para
poder hacerlo.
En el hall del Hotel Tryp se reúnen el presidente de la
Asociación de Pilotos-Aviadores Veteranos de España (APAVE),
Manuel Estellés Moreno; el vicepresidente de la Junta,
Manuel Guisado, y el tesorero, Juan José Martínez. Un piloto
militar, uno deportivo y uno comercial. Entre los tres suman
innumerables horas de vuelo. La, en principio, entrevista se
desarrolla como un coloquio bajo el humeante café de
Estellés. Cinco preguntas y ciencuenta minutos de charla.
“Un piloto siempre puede hablar con otro piloto aunque no
tengan el mismo idioma” dice Martínez. “Es cierto, nos
comunicamos con las manos” dice Estellés. “Recuerdo un
encuentro mundial con los búlgaros y un compañero tuvo una
conversación larguísima e intensa con uno de allí” continúa
Martínez. Hay un espíritu aéreo que se intenta encauzar
desde una asociación que recoge pilotos de todos los ramos:
“Creo que es una de las pocas profesiones con una verdadera
vocación. Si no en la primera acrobazia cuando te viene tu
primera arcada, lo dejas”. Los pilotos no dicen acrobacia,
sino acrobazia. Los italianos fueron durante la Guerra Civil
los primeros que trajeron aparatos que permitían hacer
piruetas y dejaron aquí el término: “Puedes distinguir
perfectamente a alguien que no es piloto viendo cómo lo
pronuncia” señala Martínez.
El ceutí Guisado cuenta sus comienzos cuando tenía sólo 14
años en vuelo sin motor, Pedían 15 para empezar; “en aquella
época echaba una firma tu padre y entrabas, era menos
concreto eso de la cartilla de nacimiento”. En el 48 comenzó
con aparatos de motor y acumula 1.800 horas de vuelo.
“Muchísimas- dice Estellés- para un piloto deportivo”. El
más mayor de los tres hace un breve repaso de la escasa
historia en aviación de Ceuta: “Había varios hidroaviones
que llegaban a la bahía. Los quitaron cuando ganaron los
terrenos al mar. Recuerdo que se proyectó hacer una pista de
aterrizaje pero el diseño exigía que no hiciese nada de
viento y entraras sin cruzarte nada. En seguida podías irte
al agua. Estuvo el helipuerto militar, que se dejaba de vez
en cuando para el uso civil, y ahora el nuevo helipuerto.
También están los parapentes que organizan de vez en cuando
algunas cosas”.
La aviación ha cambiado bastante. El GPS de antes era una
brújula, un mapa y un reloj: “Las cosas han variado mucho
pero en los 100 años de aviación siempre ha sido necesario
el reloj para saber cuando llegas a un destino para poder ir
marcando tu rumbo”. Antes no se podía volar por encima de
las nubes. No por las limitaciones técnicas, sino porque la
forma de orientarse los aviadores era con los hitos del
suelo: un río, una iglesia,un almacen. “Para los aterrizajes
te fijabas en el movimiento de las banderas para comprobar
el viento”.
Una de las curiosidades de la aviación de combate es la
tensión que soportan debido a la aceleración en donde se
recibe varias veces la fuerza de la gravedad: “Cuando estás
a seis ges y medio o siete puedes perder la visión durante
un instante. Es como si se te fuera yendo” dice Estellés
haciendo con las manos un encuadre cada vez más pequeño. A
veces se puede llegar a perder la conciencia: “Te pasa mucho
cuando vas atrás, de acompañante. No te la esperas y no te
preparas para no caer. En alguna ocasión cuando yo iba de
piloto he mirado atrás y me he dicho, mira, ya está éste
frito”. “También es curioso la mano, no puedes moverla. Si
la tienes pegada al reposabrazos se queda ahí”, añade
Martínez.
Pero cuál es la sensación cuando estás pilotando por primera
vez- les reitero algo insatisfecho con la respuesta del
poeta. “Yo sentí una sensación de soledad. Miraba por el
retrovisor y no encontraba a mi instructor. Estaba separado
del mundo y de todo y con la sensación de libertad de no
tener ningún frontera”, terminó por responder Estellés.
|