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OPINIÓN - SÁBADO, 25 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

D. Dióscoro
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

A raíz de nuestra llamada “Guerra Civil”, el Magisterio fue objeto de una represión tremenda. En los archivos se encuentran muchos expedientes de depuración del profesorado, que se instruyeron en España a partir del año 1936. En uno de ellos, fechado en 1937, el comandante de un puesto de la Guardia Civil, acusa al maestro de “no usar o desconocer la moralidad y de ser ateo y haber envenenado a las masas con las doctrinas marxistas”. Al llegar a la escuela, los maestros experimentaban dos sensaciones: la primera era que lo que les habían enseñado en la carrera no les servían para nada; y la segunda, que se iba amortiguando, era que a través de la escuela, podían cambiar el mundo, relatos entrañables de maestros convencidos de que las letras era la mejor herramienta para salir de la ignorancia.

En España, a juzgar por el furor que sigue desatando la Guerra Civil, que desgarró el país hace algo más de setenta años, da la impresión de que la historia se emplea a menudo como un percutor de resentimiento. El Gobierno actual ha propiciado una ley de la Memoria Histórica para repasar el, a su juicio, olvido de las víctimas de la guerra y del franquismo; y un conocido juez acaba de dictar una providencia para censar a quienes, en número desconocido, permanecen en fosas comunes, es decir, abrir una de las páginas más doloras de la Historia de España, y considerando “papel mojado”, la Ley de Amnistía de 1.977.

Para el historiador Juan Pablo Fusi, “la historia está siempre abierta a interpretaciones. Hay, además, hechos históricos –y la Guerra Civil española es uno de ellos- que por su significación, dejan huellas indelebles en la memoria colectiva y provocan interés y fascinación continuados. Con todo, es claro que los consensos historiográficos son posibles, incluso sobre temas moralmente controvertidos…”

El también historiador, Fernando García de Cortázar, sostiene que “los nacionalismos utilizan la historia como depósito de agravios con que alimentan la pasión separadora. Todos los nacionalismos se fabricaban su propio enemigo exterior… Para los nacionalistas, lo importante es conseguir la implicación afectiva de los individuos en un pasado reinterpretando…”

Para el historiador norteamericano Stanley G. Payne, autor de libros como la “Revolución española” y Franco y José Antonio: el extraño caso del fascismo español”, el estudio y entendimiento historiográficos, requieren buena fe y un esfuerzo para conseguir la objetividad. Si es asunto de polémica partidista, poco se logrará…”.

Con la apertura de esta página, me he referido a la gran represión que sufrió el Magisterio-maestros y profesores llenaron los archivos de una gran depuración- como consecuencia de que no aceptaron la imposición de la “nueva doctrina”. Entre esos maestros se encontraba D. Dióscoro Galindo, nacido en Ciguñuela (Valladolid), un hombre comprometido con la reforma educativa de la República, que batalló por la formación de ciudadanos libres, que fue fusilado y se convirtió en un símbolo más de los maestros represaliados. En suma un republicano humanista y librepensador.

La noche del 19 de Agosto de 1936, dos días después de comenzar la Guerra Civil, el bando fascista de la localidad granadina de Pulianas, fusiló, junto a un olivo de la carretera de Viznar a Alcafar, al poeta García Lorca, a los banderilleros Galadí y Cabezas y al maestro Dióscoro Galindo, que cometieron el delito de opinar en contra de las ideas del bando contrario.

D. Dióscoro, con corta edad, se trasladó a Madrid, donde tuvo un accidente, siendo atropellado por un tranvía y perdiendo la pierna izquierda. Iba para veterinario, pero se inclinó por el Magisterio, pasando por varias localidades hasta llegar a Pulianas, donde, todavía, algún alumno le recuerda así: “Era un maestro muy exigente, sobre todo con la puntualidad; no escatimaba un tirón de patillas, cuando uno se portaba mal; si un alumno llegaba triste a la escuela, el maestro iba a su casa para intentar solucionar el problema. No era extraño que las familias lo apreciaran mucho, aunque algunos padres conservadores veían con malos ojos que impartiera educación laica y negara la existencia de Dios… pero quería mucho a sus alumnos”.

Los incidentes, en aquellos momentos de tensión se sucedían, teniendo el maestro serios enfrentamientos con las autoridades locales. Llegaron las elecciones del 16 de Febrero de 1.936; representó en la mesa electoral al Frente Popular para “impedir cacicadas”. Su afán por garantizar la trasparencia democrática vio como resultado el triunfo del partido que defendía. Fue muy vitoreado, soliviantando a los falangistas, que no dudaron en acabar con él, junto a tres personas tan dispares, que recibieron el tiro de gracia en el mismo lugar y a la misma hora (del libro “Los paseados con Lorca”, de Francisco Vigueras, periodista).

En su pueblo, nadie se acuerda de él. Sólo dos concejales de los siete que forman el Ayuntamiento de Ciguñuela, han llevado a Pleno un asunto que levantó polvareda, pidiendo la celebración de un homenaje, 131 años después de su nacimiento, con la asistencia de su nieta, Nieves Galindo. Los promotores solicitaban que la Casa del Maestro pasara a llamarse “del Maestro Dióscoro Galindo”. El debate del Pleno fue muy tenso. El regidor de la Villa, se negó, afirmando, porque el acto no sería institucional, ya que el 80% de la gente no lo quiere”.

Lamentable situación. Aparece de nuevo el odio entre españoles. La división. Algo que parecía olvidado, recobra actualidad, teniendo, en este caso, como protagonista al pueblo el pueblo donde nació D. Dióscoro. Se echa sal en las heridas que no estaban cerradas.
 

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