Angel Muñoz, por si ustedes
aún no lo saben, es el gerente de este periódico. Y muchas
veces gusta de preguntarme el porqué de algunas de mis
opiniones. Es verdad que en ocasiones mis respuestas no le
convencen del todo. Lo cual me parece una actitud muy
respetable y necesaria en quien está llamado a ser, si no lo
es ya, el vigía permanente de un medio que va creciendo en
todos los aspectos.
Digo que su forma de actuar es respetable, siempre y cuando
no termine convirtiéndose en algo habitual. Pero mi
intuición me dicta que, pese a nuestra diferencia de edad,
hemos empezado a entendernos muy bien. Aunque a veces surjan
discrepancias que amenacen desencuentros entre nosotros.
Con Ángel Muñoz estuve hablando esta semana por teléfono,
debido a que llevo dos días recluido en casa por culpa de
mis alifafes otoñales (alifafe, para quienes desconocen el
vocablo, les diré que significa achaque, indisposición,
generalmente crónica). Y salió a relucir mi insistencia
acerca de cómo Javier Arenas tenía dominado a Juan
José Imbroda y, sin embargo, no lo conseguía con Juan
Vivas.
Y metidos ya en conversación, le dije que trataría de
aprovechar el momento adecuado para darle de lado a ese
asunto si acaso no surgían nuevos motivos para continuar
dando la tabarra con unas relaciones que comenzaron mal
entre Arenas y Vivas, precisamente el día en el cual el
primero vino a investir como presidente de la Ciudad al
segundo.
Y sí, la oportunidad se ha presentado, claro, como no podía
ser de otra manera. Me explico: leyendo un artículo
procedente de Melilla, en el cual su autora, Irene Flores,
titula “Andalucía y el ejemplo de Vivas”, expresa con
claridad meridiana que mientras el gobierno melillense no
supo aprovechar la ocasión para invitar a Manuel Chaves,
como agradecimiento por la aprobación del artículo 228,
cuando la reforma del Estatuto Andaluz, el presidido por
Vivas no lo dudó lo más mínimo. Sin importarle, bajo ningún
concepto, lo que pudiera pensar Arenas. Eso sí: sin dejar de
reconocerle que fue suya la propuesta de las Relaciones con
Ceuta y Melilla, plasmadas en el ya reseñado artículo 228.
En cambio Imbroda, tan apegado en todos los aspectos al
presidente del PP-A, lo cual demuestra que se caen la mar de
bien, algo que pude comprobar en un acto celebrado en
Sevilla, hace ya su tiempo, quería invitar al presidente del
Parlamento de la Junta Andaluza para evitar a todo trance
que la figura de Chaves sobresaliera.
Pero no cayó en la cuenta Imbroda, en su intento de evitarle
protagonismo al presidente andaluz, de que a éste le
corresponde la representación de la Comunidad Autónoma de
Andalucía en sus relaciones con otras Comunidades Autónomas.
Un detalle que a Vivas no se le escapó. Y prueba de ello es
que las relaciones especiales de colaboración, cooperación y
asistencia con las ciudades norteafricanas, son distintas
hasta el momento.
En realidad, son muy distintas: puesto que mientras las
mantenidas con Ceuta están muy adelantadas, las de Melilla
siguen en punto muerto. Y es así, según dicen desde Melilla,
porque a Imbroda le parece más importante darle su sitio a
Javier Arenas. Vivas ha vuelto a obrar en beneficio de
Ceuta, por encima de todo lo demás.
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