Todavía no lo es, pero debería
llevar ese nombre, el polideportivo que “parece la obra del
Escorial”, por el tiempo que hace que se empezó, en el
Recinto y que posiblemente va a estar terminado de aquí a
pocas semanas. Ya veremos.
Y alguien que tendrá su nombre guardado bajo siete llaves,
podrá decir ¿Por qué José María Rodríguez Portillo?. La
respuesta es sencilla, clara y contundente: Rodríguez
Portillo fue el que puso en marcha el IMD, hoy ICD. En vida
no pidió nunca nada, se dejó parte de su vida en el deporte,
no se conoce a nadie que diga de él que “metiera la pata” en
ninguna de sus actividades y nosotros, además, decimos que
lo que nunca hizo fue “meter la mano”, ni para él, ni para
favorecer a sus amigos.
Pasó por esta vida como un hombre de bien, y con esto ya
tenemos razones suficientes para que desde la Ciudad
Autónoma y desde la parcela deportiva, haya un gesto de
sensatez, generosidad y justicia para un ceutí que, nunca
puso en mal lugar a Ceuta, que nunca apareció en un lugar
que no le correspondiera, que no ocultó, no había razón para
ello, ser un hombre de izquierdas, pero capaz de entablar
amistades con “gentes de otras creencias”, amistades en las
que siempre había seriedad, dignidad y buen tono.
En la ciudad, afortunadamente, tenemos instalaciones
deportivas con el nombre de personas del deporte que dieron
buena imagen, buen tono y dejaron en buen lugar a Ceuta.
Ahora, y con él ya desaparecido, el buen tono, justo
criterio y exención de partidismo, el departamento
correspondiente tiene la oportunidad de su vida para dar la
talla y demostrar un talante abierto y ajeno a cualquier
ideología partidista, dedicando esta instalación deportiva a
un hombre que, en el deporte, siempre estuvo en altura tres
palmos por encima de los que se colgaban las medallas.
Él nunca lo hubiera pensado, él, desde donde esté, -seguro
que en buen sitio -, dirá cuando vea esto: “Ya está mi amigo
Jesús tratando de colocarme donde yo no quiero estar”, y yo
digo y voy a insistir en más de una ocasión, que los hombres
que se entregaron con humildad y honradez, deben tener su
reconocimiento.
He conocido como nadie a Rodríguez Portillo, fui el último
que le hizo una entrevista, en este periódico, y en unas
circunstancias en las que sólo un hombre de bien se mantiene
con la firmeza que él se mantuvo, puesto que media hora
antes le acababan de comunicar que su enfermedad había
empeorado y que no había solución.
Él, a pesar de eso, estuvo charlando conmigo, con serenidad,
a veces emocionado, pero sin mirar para atrás con rencor de
nada ni contra nadie. Quería dejar el recuerdo de lo bueno,
lo malo no le interesaba y no lo quería sacar a la luz,
además de que si de algo se sentía orgulloso era de haber
puesto en funcionamiento, con muy pocos medios, un
organismo, IMD, que es el punto de arranque y la base de
todo lo que aquí significa el deporte.
Creo que contrajo méritos suficientes, José María Rodríguez
Portillo, para que la nueva instalación lleve su nombre, con
lo que sería otra cosa más que plasmara, para siempre, el
recuerdo de un gestor en todas las parcelas en las que
intervino, pero muy especialmente en la parcela deportiva.
Si hay sensatez en quienes tienen que decidir, es posible
que esto se tomará en serio, yo confío en que será así.
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