Si brillantes son las detenciones
de los servicios de seguridad en la lucha antiterrorista… no
menos llamativas son las excarcelaciones, o al menos la
puesta en libertad provisional de los presuntos terroristas.
Si el otro día nos hacíamos eco en esta columna de los
resultados de la operación “Amat” (ocho detenidos por su
presunta colaboración con Al Qaïda, siete de ellos
marroquíes), con un mínimo de rigor debemos hoy de advertir
sobre su puesta en libertad el pasado lunes por orden del
juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, aunque sin
echar las campanas al vuelo como se pretende desde sectores
afines al islamismo radical. Primero y si bien cuatro de
ellos han quedado en libertad sin cargos ni medidas
cautelares, los cinco restantes (entre ellos un padre y sus
dos hijos) deben de presentarse en el Juzgado periódicamente
(a la semana o cada quince días) a petición de la Fiscalía,
además de tener prohibido (en teoría) abandonar el
territorio nacional. Segundo, recordemos que aun con sus
defectos España es un Estado de Derecho, en el que es básica
la presunción de inocencia; con ello quiero decir,
sencillamente, que pese a tener la convicción moral junto a
suficientes indicios racionales de su implicación en
actividades delictivas, la Policía en ese caso pudiera no
haber podido aportar pruebas definitivas e insoslayables que
convencieran a su Señoría, el juez Garzón, de la
culpabilidad de los islamistas detenidos. Porque a ver:
quizás no sean terroristas… pero islamistas radicales, eso
seguro.
Siguiendo en la onda y retomando los atentados del 11-M, les
recuerdo las declaraciones del entonces ministro del
Interior, José Antonio Alonso, quien aseguró que el Gobierno
de Rodríguez Zapatero sería “extraordinariamente duro” en el
tema del control de los polvorines y el tráfico de
explosivos: “no va a haber contemplaciones de ningún tipo”.
Pues bien, la Guardia Civil detuvo en Barcelona a un
individuo que escondía en su casa hasta 755 kilos de Goma 2
Eco, 5312 detonadores eléctricos, 500 metros de mecha lenta
y 750 kilos de nitrato amónico granulado, además de
transportar 33 cartuchos de Goma 2 Eco en su vehículo. Pues
bien, condenado (solo) a cuatro años de explosión por
tenencia ilícita de explosivos, acaba de ser agraciado en el
Consejo de Ministros del pasado viernes por un indulto
parcial, rebajando su condena a la mitad… ¿Qué alegara ahora
el nuevo ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba?.
Porque, créanme, yo cada vez entiendo menos.
¿Y en Ceuta…?; ¿se acuerdan ustedes de la columna del
domingo…? Pues nada, felicitarnos de los reflejos de la
Policía Local el pasado lunes, al haber detectado un
vehículo aparcado cerca de un conocido establecimiento
comercial de la ciudad sospechoso de ser un “coche bomba”.
Avisados los artificieros del Cuerpo Nacional de Policía
comprobaron la inocuidad del mismo mientras, por otra parte,
se verificaba su propiedad a nombre de un ciudadano irakí
que, al no poder pasar con el mismo a Marruecos, decidió
dejarlo aparcado de modo y forma que dio el cante. En
cualquier caso y esto es lo importante, funcionó una vez más
el protocolo de seguridad gracias a la profesionalidad de
unos agentes que, sencillamente, supieron hacer su trabajo
sabiendo estar a la altura de las circunstancias.
Enhorabuena a todos.
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