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OPINIÓN - LUNES, 20 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / DICCIONARIO IDEOLÓGICO DEL ISLAM

Takfir (12, I)
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Literalmente “declarar no creyente, incrédulo (kafir) a una persona o un grupo musulmán”, con lo que significa en un sistema de creencias totalitario y totalizador como es el Islam, religión con una gran impronta comunitaria y una fuerte presión social. En la práctica conlleva para otros musulmanes la obligación de apartarse de él o ellos (so pena de recibir el mismo castigo), impele a sus consortes a divorciarse y, finalmente, abre la posibilidad legal de su ejecución.

Si bien la mayoría de los juristas medievales así como una gran mayoría de la comunidad musulmana rechazan la posibilidad siquiera de utilizar dicho término sin clara base coránica, históricamente fue utilizado por el Khariyismo (la tercera corriente del Islam junto al Sunnismo y la Shía) lo que le permitió doctrinalmente, en sus luchas con otras facciones, asesinar a no combatientes musulmanes como mujeres, niños y ancianos. Se considera que su empleo profundiza la “Fitna” (véase) o división dentro del mundo islámico. En la actualidad, diferentes grupos terroristas de matriz islamista y organizaciones como el “holding” de Al Qaïda han retomado este concepto, “takfir”, empleándolo contra la mayoría de la comunidad musulmana o Umma (véase) que no acepta su ideología extremista y “yihadista”, su cosmovisión.

Basándose en una sesgada interpretación de ciertas aleyas del Corán, para declarar “takfir” a un musulmán deben cumplirse dos condiciones. A) Evidencia: o el hecho incontrovertible que el acto cometido por una persona o grupo le hace acreedor a perder su condición musulmana; B) Intencionalidad: la persona o grupo, debe saber a ciencia cierta que su acción permite su expulsión del la comunidad islámica. El jeque Abdelaziz Ben Abdullah Ben Baaz agrupa en diez los casos en que, a un grupo o individuo, puede aplicársele el anatema de “takfir”: 1) El politeísmo (Shirk) en la adoración a Dios/Allah (alegado por los Almorávides contra los Barwatas); 2) Quienes interponen entre ellos y Dios/Allah intermediarios, suplicándoles, son incrédulos según la tradición islámica (clásico argumento empleado contra el Sufismo y por los Salafistas contra el Morabitismo, tradicional del Maghreb); 3) Aquél o aquellos que no consideren a los politeístas incrédulos, duden sobre su incredulidad o acepten su doctrina, habrán descreído del Islam (aducido por los talibán afganos para destruir las estatuas de Buda); 4) Quienes consideren que una guía diferente a la del Profeta es mejor o más completa (empleado por el islamismo contra el reformismo moderno. Argumento sutilmente utilizado en Marruecos contra la reforma del Código de la Familia o Mudawana, apadrinada por Mohamed VI); 5) Quienes odien o aborrezcan de planteamientos y prácticas asumidas por el Mensajero de Dios (Mahoma), son incrédulos (planteamiento asumido recientemente por los seguidores del jeque marroquí Al Maghraoui y su “fatwa” -véase- legalizando el matrimonio con niñas de nueve años; 6) Quienes se burlen de cualquier fundamento doctrinal del Islam, sus premios o castigos, serán incrédulos; 7) Quienes practiquen actos de magia o adivinación o saquen beneficios de ello, son incrédulos; 8) Ayudar o apoyar a los idólatras o sus aliados contra los musulmanes son incrédulos (clásico argumento contra los “colaboracionistas” empleado, en su momento, por el FLN argelino y luego por el FIS y el GIA contra éste, así como hoy día en Irak y Afganistán contra efectivos musulmanes, aliados de Occidente).
 

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