Literalmente “declarar no
creyente, incrédulo (kafir) a una persona o un grupo
musulmán”, con lo que significa en un sistema de creencias
totalitario y totalizador como es el Islam, religión con una
gran impronta comunitaria y una fuerte presión social. En la
práctica conlleva para otros musulmanes la obligación de
apartarse de él o ellos (so pena de recibir el mismo
castigo), impele a sus consortes a divorciarse y,
finalmente, abre la posibilidad legal de su ejecución.
Si bien la mayoría de los juristas medievales así como una
gran mayoría de la comunidad musulmana rechazan la
posibilidad siquiera de utilizar dicho término sin clara
base coránica, históricamente fue utilizado por el
Khariyismo (la tercera corriente del Islam junto al Sunnismo
y la Shía) lo que le permitió doctrinalmente, en sus luchas
con otras facciones, asesinar a no combatientes musulmanes
como mujeres, niños y ancianos. Se considera que su empleo
profundiza la “Fitna” (véase) o división dentro del mundo
islámico. En la actualidad, diferentes grupos terroristas de
matriz islamista y organizaciones como el “holding” de Al
Qaïda han retomado este concepto, “takfir”, empleándolo
contra la mayoría de la comunidad musulmana o Umma (véase)
que no acepta su ideología extremista y “yihadista”, su
cosmovisión.
Basándose en una sesgada interpretación de ciertas aleyas
del Corán, para declarar “takfir” a un musulmán deben
cumplirse dos condiciones. A) Evidencia: o el hecho
incontrovertible que el acto cometido por una persona o
grupo le hace acreedor a perder su condición musulmana; B)
Intencionalidad: la persona o grupo, debe saber a ciencia
cierta que su acción permite su expulsión del la comunidad
islámica. El jeque Abdelaziz Ben Abdullah Ben Baaz agrupa en
diez los casos en que, a un grupo o individuo, puede
aplicársele el anatema de “takfir”: 1) El politeísmo (Shirk)
en la adoración a Dios/Allah (alegado por los Almorávides
contra los Barwatas); 2) Quienes interponen entre ellos y
Dios/Allah intermediarios, suplicándoles, son incrédulos
según la tradición islámica (clásico argumento empleado
contra el Sufismo y por los Salafistas contra el Morabitismo,
tradicional del Maghreb); 3) Aquél o aquellos que no
consideren a los politeístas incrédulos, duden sobre su
incredulidad o acepten su doctrina, habrán descreído del
Islam (aducido por los talibán afganos para destruir las
estatuas de Buda); 4) Quienes consideren que una guía
diferente a la del Profeta es mejor o más completa (empleado
por el islamismo contra el reformismo moderno. Argumento
sutilmente utilizado en Marruecos contra la reforma del
Código de la Familia o Mudawana, apadrinada por Mohamed VI);
5) Quienes odien o aborrezcan de planteamientos y prácticas
asumidas por el Mensajero de Dios (Mahoma), son incrédulos
(planteamiento asumido recientemente por los seguidores del
jeque marroquí Al Maghraoui y su “fatwa” -véase- legalizando
el matrimonio con niñas de nueve años; 6) Quienes se burlen
de cualquier fundamento doctrinal del Islam, sus premios o
castigos, serán incrédulos; 7) Quienes practiquen actos de
magia o adivinación o saquen beneficios de ello, son
incrédulos; 8) Ayudar o apoyar a los idólatras o sus aliados
contra los musulmanes son incrédulos (clásico argumento
contra los “colaboracionistas” empleado, en su momento, por
el FLN argelino y luego por el FIS y el GIA contra éste, así
como hoy día en Irak y Afganistán contra efectivos
musulmanes, aliados de Occidente).
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