En 1973 Emilio Jalil Abumalham inició su carrera de
abogado en Ceuta. Ha tratado hasta la fecha más de 20.000
casos con todo tipo de delitos y considera que las leyes no
han variado excesivamente en el ámbito civil aunque en el
penal cree que la justicia, en pleno siglo XXI, favorece a
los criminales. Pese a su larga trayectoria profesional y la
pasión que siente hacia ella no puede evitar la visión
crítica del entramado judicial ya que, en su opinión, está
smetido al pode político, no como entonces, en otra época,
cuando era independiente. Jalil reprocha a los partidos
políticos las modificaciones legislativas, usadas en propio
beneficio para adquirir votantes y afiliados según suban al
trono del poder.
Pregunta.- ¿Cuántos años lleva de profesión como abogado
en Ceuta?
Respuesta.- Desde 1973, bastantes años. Y espero que dure,
que sean muchísimos años más. Me apasiona mi trabajo aunque
en realidad todo me gusta, como a los españoles. El dinero,
el vino y las mujeres. Aparte de mi trabajo como abogado fui
también profesor, catedrático, tengo el primer año de
medicina hecho.
P.- Cuando comenzó su profesión en Ceuta, allá por los
años setenta, ¿cómo funcionaban las leyes y la justicia?
R.- Estuvimos ejerciendo de verdad unos seis abogados y
muchas veces, de los seis, faltaban dos o tres. El trabajo
era distinto, con tan sólo cuatro abogados; había poca cosa
de trabajo y cerraba el curso judicial con sesenta sumarios,
que ya era una gran cosa. Sin embargo, había escasez de
todo, siempre nos limitábamos a nuestro trabajo y existían
menos conflictos que hoy.
P.- ¿Qué casos o conflictos se daban antes y ahora no, o
viceversa?
R.- Se daban los mismos casos y delitos que hoy pero no con
tanta abundancia. Contrabando, robo, asesinato frustrado,
pero no como ahora. Y la justicia no era lenta porque había
poca cosa. Lentitud parcial porque sólo había dos juicios,
nada más.
P.- ¿En cuántos casos ha podido trabajar en estos años?
R.- Desde 1973 hasta la fecha he podido corregir más de
20.000 casos, sin exagerar. Me encanta el penal, el civil
también porque me gusta todo. El penal lo veo más para mí
quizás porque ahora soy un poquito más estricto. Siempre voy
por la boca de mi cliente para poder ayudarle y salvarle
pero no forrarme de mentira a su manera. Nunca me sometí ni
a la ganancia ni a la volutad del dinero ni he tenido un
pinche para traerme clientela. Hasta la fecha nunca admití
invitaciones, ni regalos, ni café, que es mi orgullo.
P.- De todos los casos en los que ha trabajado hasta le
fecha de hoy, ¿recuerda alguno en el que haya tenido a un
defendido, que es culpable, y haya intercedido su moral?
R.- En estos casos el culpable es como un enfermo que va al
médico. Si no te confiesa, lo sacas tu mismo. Pero casos
agudos, he tenido bastantes pleitos. Recuerdo uno de robar.
El chaval venía de una familia de dinero porque el padre era
multimillonario. Entró en un bar y atacó a una señora con un
cuchillazo. Por poco muere. La policía lo cogió y en el
juicio le pidieron diez años de prisión, no como ahora. Le
atendí y para poder salir absuelto le expliqué que debía
hacerse el loco y aguantó tres años. Lo mandaron al centro
psiquiátrico, comía en el suelo y, tal y como entraba en el
juicio, reía y hablaba solo. Se sentaba de espaldas a los
jueces y como era un loco le absolvieron por tratarse de un
enfermo. Todo el mundo me decía, ahí está el loco tuyo.
P.- En cuanto al terreno de las leyes, ¿cuales crees que
son los avances o retrocesos más destacados desde que empezó
hasta la fecha?
R.- En el ámbito civil hubo muchos cambios bastante buenos y
favorables en cuanto a celebración de las vistas,
organización de las pruebas pero lo esencial no ha cambiado.
El ámbito penal es un abanico muy abierto y de varios
colores porque cada día cambian las cosas. Más conflictos y
cambios de artículos con las penas. A veces los consideramos
adecuados pero otras no. Lo que sí es cierto es las leyes
penales ahora favorecen a los criminales porque, pese a que
son criminales, hay muchos que entran por estar borracho,
están enfermos, son drogadictos y al final se les absuelve,
sobretodo a los extranjeros que se esconden en los coches
para acceder a la península.
P.- ¿Qué papel juega la conciencia en esos casos cuando
defiende a un culpable grave?
R.- El daño ya está causado y procuro favorecer, atenuar un
poco la pena. Muchas veces entro por los juzgados y me
acompaña la suerte y mi cliente sale absuelto. Pero yo sé
donde radica la verdad y que él, es el culpable. Pero debo
entrar a no aumentar el daño y expongo todo tipo de pruebas
habidas y por haber para que ellas determinen la partida. Y
ahí se juega la papeleta.
P.- ¿Algún ejemplo rememorable?
R.- Una vez me tocó defender a un miembro de ETA, era un
criminal, todo el mundo lo sabía. Lo conocí en la cárcel,
pesaba 70 kilos y medía un metro ochenta. Y cuando
celebramos el juicio pesaba 110 kilos; lo trataron demasiado
bien. De entrada el fiscal dio por reducida su pena. Por
otro lado, cuando me tocó a mi le pedí seis años de prisión
porque era un loco consciente diagnosticado. Y como el
fiscal se quedó corto le pedí 20 años, y me dijo: cómo usted
que es su abogado...Y le contesté que según mi criterio de
abogado era un criminal, con todo mi corazón, por tantas
personas huérfanas que había dejado en la calle. Cómo voy a
pedir libertad o atenuar; me revelo porque un señor que
entra y coge una pistola, no debería tener defensa. Y
encima, las penas que imponen, de las que me río cuando
después cogen a uno con hachís y deben cumplir a raja tabla
tres años de prisión.
P.- ¿Cual cree que es la causa o el motivo del mal
funcionamiento del código penal?
R.- La papeleta política. El juego político es destructivo y
se está cargando el sistema judicial.
P.- ¿Antes la política no entraba en el entramado
judicial, era un poder independiente?
R.- No, que va. El ámbito judicial es bastante sano pero
está sometido. Pregunto, por ejemplo, las leyes de adopción
en las parejas de un mismo sexo han aparecido cuando se han
aprobado, políticamente, los matrimonios entre gays y
lesbianas. Y lo hacen todo para ganar votos sembrando
semillas que vamos a pagar muy caras. Y además han pasado
incluso por la iglesia.
P.- Entonces, ¿preferiría trabajar en el entorno de
antes?
R.- La ley es gordita pero han abierto brechas. La ley es un
abrigo, un tejido, y no tenían porqué abrir una brecha que
puede ser perjudicial y que es para favorecer la postura
política. La ley no se aplica en todos sus extremos porque
continuamente se cambian los artículos; los preceptos, van
cambiando y añadiendo para favorecer los diferentes partidos
que suben al poder, con lo cual es un juego político
destructivo.
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