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OPINIÓN - DOMINGO, 19 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

El poderoso presidente del PP


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Así como con Juan Vivas mantuve relaciones, por necesidades de trabajo, durante varios años, y creo conocerle algo, con Pedro Gordillo nunca he pasado de los holas y adioses que se hayan terciados. Que han sido muy pocos. Incluso hubo un tiempo en el cual ni siquiera me apetecía saludarle. Por mor de heridas que si bien no están olvidadas, pues nunca me fueron dadas las explicaciones necesarias, sí están cerradas. Con lo cual no existe en mi ánimo el menor adarme de rencor contra él. Entre otras razones, porque el rencor es tóxico y termina haciendo mucho daño.

Válgame el largo introito para decirles que servidor lo que conoce del reelegido presidente del PP es por sus declaraciones en los medios y por cómo me hablan de él muchas personas que, creyendo conocerle de verdad, suelen describírmelo como un tipo estupendo o bien como alguien menos que regular. Y es que las opiniones sobre Gordillo no suelen ser de término medio, sino extremas.

Del vicepresidente del Gobierno, en cuanto sale su nombre a la palestra, los hay que te lo catalogan como persona que siempre trata de imponer sus criterios y que quien le lleva la contraria ya puede prepararse para sufrir el castigo que esté al alcance de sus posibilidades. Y como, desde hace ya bastantes años, las tiene casi todas, ha ido dejando muchos heridos y muertos en el camino.


No obstante, nunca he dejado de prestarles atención a los que lo consideran un hombre bueno, dominado por la vehemencia y que, en un momento determinado, es capaz de gritar hasta transformarse en un ser histérico que siembra la confusión a su alrededor con sus arrebatos incontrolados. Pero que ese estado de furia le puede durar lo justo para volver otra vez a ser persona razonable y muy dada a hacer el bien.

A mí me da igual como sea el carácter de Pedro Gordillo, aunque sí me preocupa que su forma de ser influya negativamente en su labor como político. Máxime cuando cada día que pasa más poder va adquiriendo en todos los sentidos. Si bien, y aunque sea una perogrullada lo que sigue, conviene airear que también está aumentando el número de enemigos que no se acuestan precisamente invocando a ningún santo para que el presidente del PP sea protegido de cualquier mal.

Y es que el poder, y el hombre a quien nos estamos refiriendo lo tiene en cantidad -en esta tierra, claro-, no sólo atrae afines y entregas interesadas que hasta pueden gritar mande usted, señor Gordillo, que para eso hemos nacido..., que ofrece la otra cara: el ser motivo de odio en todos los aspectos y de repulsas constantes entre bastidores.

Todo lo que he dicho, y lo que se me queda en el tintero por falta de espacio y... necesidad de censura, lo sabe perfectamente Pedro Gordillo. Y, en sus ratos de soledad, puesto que el poder acaba por convertir en taciturno a quien lo ostenta, se habrá hecho a la idea de que su situación tiene fecha de caducidad. Y que, llegado el momento del adiós, puede ocurrirle lo que es normal en casos como el suyo y aún de mucha más importancia, que ni los aduladores se acuerden de él. De modo que bien haría, el consejo es gratis, en reflexionar si llevan algo de razón sus furibundos enemigos. Ahora, cuando todavía está en pleno apogeo.
 

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