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OPINIÓN - SÁBADO, 18 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

La sombra del Reino
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Casualmente el otro día descansé en la “metarba” disfrutando con una entretenida película, mensajes incluidos, de título homónimo al de esta columna: “La sombra del Reino”. Producida el año pasado por Michel Mann y dirigida por Meter Berg, está protagonizada entre otros por Jaime Foxx, Chris Cooper y Jennifer Garner. Aborda un tema de candente actualidad: el ataque de unos terroristas suicidas, de la franquicia “Al-Qaïda”, contra el conjunto residencial de una empresa petrolera norteamericana en Riad, Arabia Saudí; pese a obscenas componendas y contra el criterio del Departamento de Estado, en una crítica no precisamente sutil, el FBI logra enviar un selecto equipo de agentes al país árabe. Escenas de acción a un lado, la película -que les recomiendo- envía varios mensajes, entre otros: la colusión de ocultos intereses de alta política entre Washington y Riad, la diferencia entre el terrorismo islamista y el mundo musulmán y, sobre todo, la infiltración de Al-Qaïda en Arabia Saudí, la nación (para ser más exactos el Régimen, la Casa de Saud) que custodia los santos lugares del Islam. De ahí el titular en el que insisto y sobre el que pido reflexionen: la sombra del Reino.

Evidentemente el Reino de Marruecos no es el Reino de Arabia Saudí, ni en la forma ni en el fondo; tampoco es igual el contexto ni, mucho menos, son iguales las simpatías de buena parte de la población hacia la ideología salafista yihadista (matizaría que “takfir”) de Al-Qaïda y la infiltración de ésta, tanto en la sociedad civil como en los aparatos de seguridad, pavorosa en el feudal reino de los Saud… Pero recuerden, torres más altas han caído: el ejemplo del Sha de Persia, Rezah Palevi, me parece paradigmático.

Saco esto a relación de la última jodienda, el brillante desmantelamiento por parte de la Comisaría General de Información del Cuerpo Nacional de Policía, en colaboración con sus servicios en Barcelona, de una célula terrorista de apoyo logístico a Al-Qaïda formada por ocho individuos, siete de ellos de nacionalidad marroquí: uno nacido en la cercana Anyera y otros cuatro en Tánger. Sería erróneo, tremendamente injusto y, según como se contara, una canallada, identificar a Marruecos y los marroquíes con el terrorismo islamista, de igual forma que ser vasco no significa pertenecer a ETA. Pero dos rápidas observaciones, la primera estadística: sabemos que el 10% de la población del País Vasco aboga por la independencia, si bien no toda apuesta por la vía violenta; ¿sabemos qué porcentaje de la población de origen marroquí en España (Ceuta y Melilla incluídas) simpatiza, cuando menos, con las tesis yihadistas de Al-Qaïda?; la segunda es ideológica: ¿dónde “maman”, que ideología islamista propicia o, cuando, menos, favorece el “salto” al terrorismo…?. Y una propuesta: no es solo urgente, sino inaplazable, un pacto de Estado entre dos países vecinos y, fundamentalmente, amigos, como son España y Marruecos; urge poner las cartas encima de la mesa y gestionar abiertamente, a cara de perro, la deriva ideológica islamista dentro de la comunidad marroquí asentada en España, sobre un millón de personas, aparcando diferencias y con las debidas garantías mutuas. Conozco bien ambos países, sus defectos y virtudes nacionales, estando en condiciones de afirmar que estamos perdiendo terreno en la lucha contra el islamismo radical, antesala del terror. ¿Pueden Madrid y Rabat permitírselo…?
 

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