El inicio del nuevo curso político local ha despertado una
de las polémicas más importantes para el actual Gobierno de
Ceuta: la de los costes salariales y su impacto en el
presupuesto general de la ciudad y en la economía de Ceuta
en general.
El baile de cifras respecto de estos costes resulta
chocante, pues en función de quien de las cifras, sindicatos
o administración, el ciudadano puede llegar a la conclusión
de que nadie sabe exactamente cuanto cuesta sostener la
plantilla municipal. Y lo cierto es que las matemáticas no
suelen ofrecer errores de tanta dimensión cuando se trata
simplemente de sumar.
Si las cosas siguen como van, los costes de personal de
nuestra institución local, rondarán algo más de ochenta y
cinco millones de euros anuales, lo que en comparación con
la totalidad del presupuesto, coloca este capítulo en una
tercera parte de todos los gastos previstos para un
ejercicio.
La falta evidente de control sobre este gasto, junto con la
avidez sindical para seguir obteniendo mejoras económicas,
hacen que se junten el hambre con las ganas de comer, pero
vayamos por partes.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de falta de control en
este gasto?. Para explicarlo daremos algunos enunciados:
.-Cada área del Gobierno no tiene definidas sus necesidades
de personal
.-No existe, por tanto, una relación de puestos de trabajo
que permita el máximo aprovechamiento de los recursos
humanos existentes ni su profesionalización.
.-La movilidad horizontal es decidida por razones de interés
particular en muchos de los casos en que se produce.
.-Las reclasificaciones de grupos, con el correspondiente
incremento de costes salariales, no se justifican
debidamente.
.-La jornada laboral, que emana de los convenios, impide en
la práctica que muchos servicios esenciales desarrollen su
actividad durante la misma, optándose por el abono de
servicios extraordinarios u otras alternativas horarias, que
por su periodicidad parecen ya ordinarios.
.-El incremento de plantillas, sobre todo en las sociedades,
obedece generalmente a intereses distintos a las necesidades
reales, relegándose a la nada los conceptos de
racionalización y productividad.
.-La estructura y confección definitiva de las nóminas, no
recoge en muchos casos el trabajo efectivamente realizado,
consolidándose conceptos antiguos de necesaria depuración.
.-Las contrataciones temporales se utilizan de modo
arbitrario, sin examinar con determinación la necesidad real
de las mismas.
A todo este rosario de enunciados, que podríamos desarrollar
en varias páginas, se le junta como decíamos antes, la
presión permanente de unas centrales sindicales incapaces de
ver más allá de sus intereses corporativos, sin tener en
cuenta que un exceso de carga de los gastos de personal
sobre el conjunto de la institución, puede poner en riesgo a
la misma, ante la incapacidad de financiar tantas
obligaciones.
El Consejo Económico y Social de Ceuta, ya ha advertido en
varias ocasiones de la necesidad de controlar estos gastos,
por poder llegar a ser insoportables, máxime en situaciones
de recesión económica, en las que la recaudación desciende
notablemente, proponiendo incluso la externalización de
algunos servicios para que sea la iniciativa privada quien
los gestione. Pero el Gobierno de la Ciudad, año tras año
viene desoyendo estas recomendaciones con los consiguientes
incrementos en los costes salariales, que como decíamos al
principio alcanzan ya cifras de consideración.
La sima que se abre entre las retribuciones de los
trabajadores municipales y los del resto de empresas
privadas de Ceuta, comienza a pasar factura a la sociedad
ceutí, que acaba viendo en la Ciudad Autónoma la única forma
de empleo que merece la pena, por cuanto la fórmula final de
reparto se plantea profundamente injusta, al ser los peor
retribuidos quienes, con sus impuestos, pagan los sueldos de
los mucho mejor retribuidos.
La última polémica suscitada entre las centrales sindicales
con representación en la Ciudad Autónoma y el Gobierno de la
misma, ha puesto nuevamente de manifiesto la falta de
estrategia y de determinación por parte del mismo, puesto
que lo reclamado por los sindicatos, en forma de fondos
adicionales y mejora de las pagas extraordinarias, carece de
fundamento y, desde luego, en caso de autorizarse
definitivamente, empeoraría las cosas.
Los fondos adicionales que reclaman las centrales
sindicales, fueron destinados por el Gobierno de España para
los funcionarios de la Administración General del Estado,
quienes llevaban reclamando una actualización de sus
salarios durante años, frente a los elevados sueldos de los
funcionarios dependientes de las Comunidades Autónomas y de
las Entidades Locales, al igual que la mejora de las pagas
extraordinarias en la parte referida a sus retribuciones
complementarias.
La aplicación de los fondos adicionales en el caso de la
Ciudad Autónoma de Ceuta, no es por tanto de obligado
cumplimiento, máxime si se tiene en cuenta las importantes
diferencias retributivas a favor de los funcionarios locales
respecto de sus homónimos estatales y cualquier acuerdo en
este sentido, deberá contemplar la no extralimitación en las
posibilidades presupuestarias, los techos de incrementos
globales establecidos por la ley y, sobre todo, el sentido
común, la racionalidad en la administración de fondos
públicos y el decoro. En este sentido, los informes obrantes
en poder de la administración local le permiten adoptar
medidas de prudencia en favor de la contención.
En relación al asunto de la mejora de las pagas
extraordinarias, la deslealtad sindical (y en caso de
autorizarse, la del Gobierno para con la sociedad ceutí) es
clamorosa, puesto que desde hace años, los empleados
municipales perciben en su nómina anual las cantidades
equivalentes a las mejoras que ahora pretenden respecto de
las dos pagas extraordinarias, debiéndose únicamente
modificar la estructura de las nóminas para sacar a la luz
lo que de modo opaco hasta ahora se ha estado realizando.
La comunicación del Gobierno de Ceuta en relación con este
asunto ha dejado mucho que desear, puesto que se ha pasado
de la firmeza manifestada por la portavoz del gobierno,
Yolanda Bel, que se amparaba y seguramente con razón, en los
informes obrantes en poder de la administración, a una nueva
negociación con el Consejero Márquez al frente, para
alcanzar un acuerdo que, de producirse, supondrá la
claudicación de las posiciones del gobierno frente a las de
los sindicatos.
Lo cierto es que cada vez se levantan más voces en Ceuta,
contra una política de personal al servicio de la
administración local, que prima lo de dentro frente a lo de
todos, que ven poca solidaridad en los trabajadores
municipales, a los que además no consideran suficientemente
productivos, y escasa firmeza en las posiciones de un
Gobierno que parece más empecinado en evitar el ruido que en
hacer bien su trabajo, mientras al resto de ciudadanos que
cada vez lo tienen más crudo para llegar a final de mes, se
les olvida en las políticas de fomento de la actividad
económica y se les carga con subidas de impuestos.
Veremos como queda todo el asunto, pero si parece necesario
que alguien empiece a pensar, en que fuera de la casa grande
existe un inmenso mundo que necesita de verdad ayuda y que
puede llegar a cansarse de sostener algo que al final no
presta otro servicio que el de alimentarse a si mismo.
|